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Explicación:
Basta mencionar que, en la gran mayoría de los casos, la suma de los dos parámetros (a,,b), que
debería representar a la cuota distributiva, resulta decisivamente lejos de la unidad –a veces directamente
negativas- una contradicción con la realidad. A quello que han hecho los investigadores, para eliminar esta
contradicción, ha sido simplemente adoptar el expediente de introducir una ulterior suposición, que
elimina la contradicción. Han impuesto el vínculo de que la suma de (a +b ) sea igual a la unidad;
procediendo después de haber supuesto este vínculo, a la estimación empírica. Han así renunciado a
“explicar” la cuota distributiva. Porque haciendo esto la (3.5) viene a coincidir, por hipótesis, con la
misma relación contable (3.2), y por lo tanto no es más una relación independiente derivada de la función
de producción; se debe al menos reconocer que sus parámetros difieren aparte de otras (alternativas)
interpretaciones. (si ve por ejemplo, aquella –muy posible- de Sylos-Labini, 1966).
Si estos son los resultados, existe por lo menos la justificación de que, cualquier cosa que haya
de más profundidad no “funciona” en la función de producción neoclásica.
Al fin de la formulación de la teoría neoclásica de la distribución de la renta, la mayor crítica ha
sido directamente dirigida sobre los tratados reservados al factor capital. Un notable trabajo de reseña,
busca el modo como el capital ha sido tratado en la teoría de la distribución de la renta, es aquel de
Garegnani (1960 y 1990). Estos han descubierto una crítica puntillosa, con resultados enteramente
negativos, en las confrontaciones de la teoría neoclásica. No todas sus críticas son igualmente
convincentes, pero sus argumentaciones de fondo no han sido fácilmente refutadas.
Esencialmente, el mayor defecto de la teoría neoclásica es de haber querido imponer aquella
perfecta simetría entre el tratamiento del “trabajo” y el del “capital”, que ha sido sugerida por elegancia
matemática, pero que no encuentra soporte ni en la realidad ni en la lógica. Es un hecho que, por razones
constitutivas, los dos factores no se presentan de modo simétrico. El trabajo es medido en términos físicos
(digamos: por hora, o por día de trabajo) y a esto le corresponde su remuneración, o sea el salario unitario
(salario por hora, por día, o por mes de trabajo). El capital a su vez debe ser expresado en términos
físicos, cuando es insertado en cualquier función de la producción (digamos: números de máquinas, o un
índice cuantitativo de su cantidad física). Pero su remuneración (la tasa de beneficio), o sea la que es
relevante al fin en una teoría de la distribución de la renta no es conmensurable en cantidad física, merced
a su valor (o sea su cantidad física multiplicada por su precio; y este precio –como todos los precios- a su
vez depende de la tasa de beneficio). En el caso de un modelo de una paga sola (y sólo en este caso) ,
cantidad física y valor vienen a coincidir, porque el precio del producto y el precio del capital coinciden,
por suposición. En este caso, la asimetría no se ve. La función neoclásica de la producción (en este caso y
solamente en este caso) no manifiesta incoherencias lógicas. Pero no apenas se pasa tan solo a un modelo
de dos pagas ( por ejemplo: un bien de consumo y un bien de capital), la función de producción
neoclásica (3.6) no es más lógicamente coherente. Hay dos posibilidades: o se usa el símbolo K para
indicar la cantidad física del capital( y ahora la derivada parcial ðY / ðK no representa más la tasa de
beneficio, al contrario de la remu neración del arrendatario.- o renta- del capital que a su vez va
multiplicado por el precio del bien de capital);o si se insiste en usar el símbolo K para representar el valor
corriente del capital, pero en este caso la derivada parcial se presenta con dos adherentes: uno que
representa la variación de la cantidad física del capital y la otra que representa la variación del precio de
tal cantidad física