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El país más pequeño en Centroamérica, El Salvador cuenta con 6.4 millones de habitantes (además de 1.5 millones de salvadoreños que viven en el extranjero) y es uno de los países más densamente poblados, ubicado en el 83º percentil en el mundo en términos de densidad poblacional.
El crecimiento del PIB en El Salvador alcanzó el 2.3 por ciento en 2019, pero el país ha registrado bajos niveles de crecimiento económico. El crecimiento anual de su PIB ha superado el 3 por ciento solo dos veces desde 2000 y ha promediado un 2.3 por ciento en años recientes. Ahora, debido al impacto de la pandemia de covid-19 (coronavirus), se espera que la economía salvadoreña se contraiga a -4.3 por ciento en 2020 y crezca un 4.8 por ciento en 2021.
El país tenido una moderada reducción de la pobreza. Medida por la línea de US$5.5 por persona por día, la pobreza disminuyó del 39 por ciento en 2007 al 29 por ciento en 2017. La pobreza extrema (US$3.2 por persona por día) también disminuyó del 15 por ciento al 8.5 por ciento durante el mismo período.
El alto nivel de la deuda (70.7 por ciento del PIB en 2018) es motivo de preocupación. La reforma al sistema de pensiones en 2017 redujo las presiones de financiamiento del sector público y, como resultado, se espera que el déficit fiscal se mantenga estable alrededor del 2.5 por ciento del PIB en los siguientes años.
En cuanto a aspectos políticos, el país ha logrado un progreso notable. La democracia y la paz se han consolidado desde el final de la guerra civil en 1992 y se han llevado a cabo seis elecciones presidenciales democráticas consecutivas con transiciones pacíficas de poder.
Además, El Salvador continúa haciendo progresos en indicadores de desarrollo humano, principalmente debido a la expansión del acceso a los servicios públicos. Por ejemplo, un mayor acceso a los centros de salud, particularmente por parte de personas en pobreza, contribuyó a que El Salvador alcanzara el ODM 4 (reducción de la mortalidad en menores de 5 años). En educación, tanto el acceso como las tasas de alfabetización han aumentado, siendo las áreas urbanas las que han presentado los avances más significativos. Aun así, la deserción en secundaria sigue siendo un desafío.
El Salvador también se está convirtiendo en un país más equitativo. La desigualdad, medida por el coeficiente de Gini, disminuyó de 0.51 en 2001 a 0.38 en 2017, lo que convierte a El Salvador en uno de los países con menor desigualdad en América Latina.
Pero el crimen y la violencia amenazan el desarrollo social y el crecimiento económico en El Salvador, y afectan negativamente la calidad de vida de sus ciudadanos. El crimen y la violencia hacen más costoso hacer negocios, afectan negativamente las decisiones de inversión y dificultan la creación de empleo. El Salvador produce solo 30,000 empleos por año, mientras que se necesitan 40,000 empleos para proporcionar trabajo a quienes ingresan al mercado laboral cada año. El crimen y la violencia y la falta de oportunidades y empleos son los principales impulsores de la migración de muchos salvadoreños.
El país también tiene alta exposición y vulnerabilidad al riesgo de eventos naturales adversos, incluidos terremotos y erupciones volcánicas. También es altamente vulnerable a los impactos del cambio climático, incluido el aumento de inundaciones, sequías y tormentas tropicales.
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