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El saqueo de los fondos de la Biblioteca Nacional fue realizado en distintos momentos. Los primeros en ordenar la sustracción de libros fueron varios capellanes del ejército chileno, lo que no debe sorprender, pues la Biblioteca albergaba muchas obras religiosas que estaban escritas en latín. Posteriormente, el 26 de febrero de 1881, Pedro Lagos, la máxima autoridad del ejército de ocupación, extrajo una importante cantidad de libros que previamente él, acompañado de sus edecanes y de ciudadanos chilenos, había seleccionado. El 28 de junio de ese año, el militar chileno Patricio Lynch tomó posesión del inmueble de la Biblioteca, con lo que continuó el despojo. Ernst Middendorf, viajero alemán que se encontraba en Lima en el momento de la ocupación chilena, logró entrar en la Biblioteca y observó no solo estantes vacíos, sino también libros destrozados desparramados en el suelo. En efecto, los libros que no fueron trasladados a Chile sufrieron mutilaciones o fueron vendidos a comerciantes de Lima, quienes arrancaban sus hojas para envolver con ellas los productos que comercializaban. El escritor Ricardo Palma, quien luego de la guerra sería designado director de la Biblioteca Nacional, logró rescatar libros y manuscritos pertenecientes a dicha institución de manos de particulares, entre los cuales estaban comerciantes de la ciudad.6
Pedro Lagos. Jefe del ejército que ocupó Lima en la Guerra del Pacífico.
Muchos de los libros sustraídos en Lima fueron dirigidos a la Universidad de Chile. Allí, el ciudadano polaco Ignacio Domeyko, rector de dicha institución, y Luis Zegers, ayudante de aquel, se dedicaron a clasificar los más de diez mil volúmenes, entre libros de todos los tamaños y folletos, que recibieron. Los textos fueron agrupados por Domeyko y Zegers en cuatro categorías: 1) Historia, Literatura y Estadística; 2) Ciencias Físicas, Matemáticas, Historia Natural y Medicina; 3) Jurisprudencia; y 4) Teología y Ciencias Sagradas. Luego de ello, una parte de los textos se quedó en la Universidad de Chile y el resto fue distribuido entre diversos establecimientos del Estado y de la Iglesia. Años después de terminada la Guerra del Pacífico, Domeyko publicó su libro de memorias, que apareció bajo el título de Mis viajes. En esta obra, Domeyko lamentó que el entonces ministro de Instrucción Pública del gobierno chileno, Manuel García de la Huerta, le hubiese encomendado la tarea de clasificar libros y diversos objetos provenientes de Lima, ya que esta acción le recordaba el saqueo que tropas rusas habían cometido en la Universidad de Vilna. Según Domeyko, él decidió publicar un inventario de dichos objetos en el Diario Oficial de Chile "para que se viera el poco provecho que aportó al país [Chile] ese robo y cuánto contribuirá para excitar animosidades entre dos naciones hermanas".
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