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El metabolismo de las lombrices, como en todos los animales, genera residuos nitrogenados que deben ser expulsados para no aportarles toxicidad. La excreción en el anélido se produce con cierta simplicidad. Las células cloragógenas — estructuras redondeadas y amarillentas que revisten todo el exterior de la pared fina del intestino de la lombriz con un papel similar al del hígado de animales más evolucionados — extraen los residuos circulantes en la sangre, los concentra y los convierte en amonio, urea y creatinina.
A partir de ahí, esas excretas son dirigidas nuevamente hacia la sangre o hacia el interior del celoma, donde son eliminados por los nefrídios, que son los órganos excretores localizados típicamente a pares en casi todos los segmentos del cuerpo de la lombriz. Comparados con los riñones de los vertebrados, los nefrídios están formados por un tipo de cono ciliado, los nefróstomos, que retiran la excreta del celoma y extraen a través de los nefridióporos, los poros que desembocan en la superficie de la piel de la lombriz. Hay especies de lombrices, como la puladeira-hawaiana (Amynthas gracilis) que dirige sus excretas también hacia el tubo digestivo para expulsarlas a continuación con las heces por el ano. Por regla general, las lombrices se libran de la orina por la piel.
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NO SE
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CREO QUE SI