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Las atribuciones del poder judicial dependen del país, ya que cada uno tiene una organización particular dentro de la división de poderes, pero todos están constituidos sobre tres pilares centrales: el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial.
El poder judicial es uno de los tres poderes del estados en los países organizados democráticamente; sus facultades principales son la administración y el cumplimiento de la justicia.
Como poder independiente, debe gozar de tres condiciones fundamentales para que su ejercicio sea válido: imparcialidad, autonomía y poder absoluto dentro de la ley.
Esta manera de concebir las sociedades, tiene su origen en la teoría del pensador francés Montesquieu, quien en El Espíritu de las Leyes estableció que esta separación garantiza la libertad y la participación de los ciudadanos.
Entre sus atribuciones destacan: administrar justicia, hacer que se aplique la ley, ordenar el régimen judcial, garantizar derechos, colaborar en la creación y modificación de nuevas leyes, controlar la legalidad, responsable de prisiones, etc.
Una de las principales atribuciones es claramente la de administrar justicia. Como interprete máximo de las leyes internas de una nación, el poder judicial vela como el guardián de la legislación vigente y debe administrar justicia de manera equitativa, e impartir y ejecutar normas.
Asimismo, aplicar la ley es otra atribución importante. El poder judicial es el responsable de aplicar imparcialmente las normas que expresan la voluntad popular, por lo que una de sus atribuciones es la aplicación e interpretaciones de las leyes, garantizando así un estado de derecho. La consecuencia de esto es impartir justicia.