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Respuesta:
Érase una vez un pastorcillo llamado Pedro, quien vivía en un pueblo cercano al bosque.
Él se encargaba de llevar a las ovejas a pastar en el campo, pero se aburría tanto que un día se le ocurrió divertirse a costas de la gente del pueblo. Y de la nada empezó a gritar: —¡Ya viene “el lobo”, ya viene el lobo, auxilio! —.
Con tales gritos, los vecinos alarmados salieron corriendo a ayudarle, pero al llegar se encontraron solamente con Pedro, riendo a carcajadas, porque todos le habían creído. Los vecinos volvieron a su casa muy molestos por la terrible broma del niño.
La mañana siguiente, Pedro lo hizo de nuevo: —¡El lobo, el lobo!, rápido que se come las ovejas — “. En esta ocasión solo acudieron en su auxilio algunos vecinos, pero igual que la ocasión anterior, solo encontraron a Pedro riendo.
Volvieron todos a casa demasiado enfadados, y le retiraron la palabra al pastorcito, pues sus bromas eran de muy mal gusto.
Al día siguiente, cuando Pedro se encontraba con las ovejas, se acercó un lobo, y empezó a comerse a las ovejas. El niño de inmediato gritó: —¡Ayuda por favor, el lobo se come las ovejas! —(pero en esta ocasión nadie atendió su llamado), Pedro se quedó solo, y el lobo se comió a casi todas las ovejas.
Desde entonces, Pedro no dijo más mentiras. Y buscó otro trabajo, pues ya no quedaban más ovejas que cuidar.
Explicación:
yata