¿cómo influye nuestro contexto histórico en el desarrollo político económico sostenible?

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Respuesta dada por: Anónimo
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Mientras los indicadores económicos como la producción o la inversión fueron, durante años, positivos, los indicadores ambientales están resultando cada vez más negativos, mostrando una contaminación sin fronteras y un cambio climático que degradan los ecosistemas y amenazan la biodiversidad y la propia supervivencia de la especie humana. Estudios como los de Meadows sobre “Los límites del crecimiento” establecieron la estrecha vinculación entre ambos indicadores, lo que cuestiona entre otras cosas, la posibilidad de un crecimiento sostenido e indefinido y plantea la necesidad de un Desarrollo Sostenible, reorientando el actual sistema socioeconómico. Surgen así propuestas que, con distintas denominaciones (Economía Verde, Economía del Bien Común, Economía Sostenible, Economía Solidaria…), convergen en potenciar la cooperación (en su sentido más amplio, que incluye al conjunto de la biosfera y a las generaciones futuras) frente a la competitividad en defensa de intereses particulares a corto plazo.

Conviene comenzar saliendo al paso de algunos serios malentendidos acerca del crecimiento económico, que aparece como el objetivo primordial que guía hoy la economía y que, en opinión de algunos, debería seguir haciéndolo en el futuro “para el progreso de los seres humanos”. ¿Podemos realmente pensar en un crecimiento económico sostenible?

Un crecimiento económico acelerado en un planeta finito: los límites del crecimiento

Debemos recordar, en primer lugar, que desde la segunda mitad del siglo XX se ha producido un crecimiento económico global sin precedentes. Por dar algunas cifras, la producción mundial de bienes y servicios creció desde unos cinco billones de dólares en 1950 hasta cerca de 30 billones en 1997, es decir, casi se multiplicó por seis. Y todavía resulta más impresionante saber que el crecimiento entre 1990 y 1997 –unos cinco billones de dólares- fue similar al que se había producido ¡desde el comienzo de la civilización hasta 1950! Se trata de un crecimiento, pues, realmente exponencial, acelerado, que viene medido en cada país por el Producto Interior Bruto (PIB), magnitud que indica el valor monetario de la producción de bienes y servicios finales durante un período de tiempo (normalmente un año) y que es usada como una medida del bienestar material de una sociedad. Y el proceso no ha hecho sino acelerarse en los comienzos del siglo XXI, en particular en los llamados países emergentes (China, India, Brasil…) que cubren más de la mitad de la población humana.

Y cabe reconocer que este extraordinario crecimiento ha producido importantes avances sociales. Baste señalar que la esperanza de vida media en el mundo pasó de 47 años en 1950 a 64 años en 1995 y 68 años en 2011, con cifras que superan los 80 años para los países más desarrollados. Esa es una de las razones, sin duda, por la que la mayoría de los responsables políticos, movimientos sindicales, etc., parecen apostar por la continuación de ese crecimiento. Una mejor dieta alimenticia, por ejemplo, se logró aumentando la producción agrícola, las capturas pesqueras, etc. Y los mayores niveles de alfabetización, por poner otro ejemplo, estuvieron acompañados, entre otros factores, por la multiplicación del consumo de papel y, por tanto, de madera… Estas y otras mejoras han exigido, en definitiva, un enorme crecimiento económico, pese a estar lejos, es importante resaltar, de haber alcanzado a la mayoría de la población.

Sabemos, sin embargo, que mientras los indicadores económicos como la producción o la inversión han sido, durante años, sistemáticamente positivos, los indicadores ambientales resultaban cada vez más negativos, mostrando una contaminación sin fronteras y un cambio climático (ver Lucha contra la contaminación y Frenar el cambio climático) que degradan los ecosistemas y amenazan la Biodiversidad y la propia supervivencia de la especie humana. Y pronto estudios como los dirigidos por Donella Meadows sobre “Los límites del crecimiento” (Meadows et al., 1972; Meadows, Meadows y Randers, 1992; Meadows, Randers y Meadows, 2006) establecieron la estrecha vinculación entre ambos indicadores, lo que cuestiona la posibilidad de un crecimiento sostenido, advirtiendo de un serio peligro de extralimitación en el crecimiento económico, crecimiento de la población y deterioro del planeta que puede calificarse de auténtico “ecocidio”, neologismo con el que se hace referencia al deterioro del medio ambiente y los recursos naturales como consecuencia de la acción directa o indirecta de los seres humanos sobre los ecosistemas.

Más recientemente, un amplio equipo de 29 científicos (Rockström et al., 2009) han abordado la cuestión de los límites planetarios con un nuevo

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