¿Cómo crees que reaccionaron los nobles ante el pedido del rey “que pagaran impuestos”?

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Respuesta dada por: Hoody19MA
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Respuesta:

Espero te ayude

Explicación:

La nobleza francesa del siglo XVIII afirmaba: “el dinero no se cuenta ni se ahorra, se gasta”. En la corte de Versalles el buen gusto y los lujos eran centrales. Los nobles vivían del Estado que a su vez, dependía de los impuestos; como la recolección de éstos era ineficaz la nación vivía arruinada. En lugar de una burocracia ciudadana la recaudación estaba a cargo de bandas se militarizadas y poco disciplinadas. Su crueldad era vista con rencor pues sus métodos de persuasión eran violentos. La anticuada idea que el rey tenía de las finanzas lo volvía un sujeto de crédito poco confiable; sólo obtenía préstamos a corto plazo y con altos intereses.

Como no había dinero disponible en las arcas del Estado era difícil mantener un ejército leal, alimentar a los pordioseros y afrontar la recesión. Jacques Necker, el Contralor General de Finanzas, elevó los impuestos y con ello cargó a los contribuyentes los gastos de la nobleza. Además, las aventuras guerreras de los reyes habían agravado las recesión. La envidia suele ser mala consejera: por ver arruinados a los ingleses, el gobierno francés patrocinó a los insurgentes de las Trece Colonias. Los rebeldes triunfaron y los franceses gozaron de la derrota británica, pero la aventura transatlántica agravó la crisis. La pobreza arreciaba lo mismo en el campo que en las ciudades.

Con cada guerra aumentaban los impuestos sobre el Tercer Estado; la explotación y el hambre se volvieron parte de la cotidianidad; obviamente también el resentimiento y la envidia. Este fue el origen de las revueltas campesinas de 1725, 1740, 1749, 1768, 1775 y 1785. También en las ciudades había desorden; por ejemplo, en 1720 fue reprimida violentamente una protesta de 5 mil sirvientes en París.

Los intentos por modernizar la economía la dejaban peor que como estaba. En 1774, los fisiócratas desde el ministerio de comercio, liberalizaron el grano, pero como ese año hubo una mala cosecha los precios aumentaron. Los motines no se hicieron esperar en Île de France, Normandía, Picardía, Champagne y Orleáns. La turba hambrienta interceptaba cargamentos de granos que iban a París y saqueaban las bodegas de los mayoristas. En 1775 el movimiento llegó a las panaderías, en donde los rebeldes impusieron “precios populares” al pan. En 1778 los fisiócratas no tuvieron mejor suerte. Una nueva carestía en el campo volvió a provocar revueltas; además, el acuerdo de libre comercio firmado con Inglaterra llevó a la ruina a la industria textil francesa.

La población francesa aumentó de 20 millones en 1720, a 27 millones en 1800. Ni la agricultura ni la industria crecieron a un ritmo lo suficientemente acelerado para compensar tal explosión demográfica. Cuando estalló la Revolución, la mitad de la población estaba sumida en la miseria. Entre los pobres había un estado de ansiedad; ninguno de ellos quería convertirse en indigente. Esta condición era tan desfavorable que colapsaba las relaciones familiares y terminaba con el apoyo moral y psicológico necesario para soportar los males de la pauperización.  

Pero los factores materiales son insuficientes para explicar el origen de la Revolución. Más aún, se sigue discutiendo acerca de la relación entre la pobreza y Revolución. ¿Por qué los pobres pelearon en ambos bandos? ¿Por qué los más pobres no entraron de lleno a la Revolución? Pero al mismo tiempo, no se pueden descartar los factores materiales, de hecho ¿no fue acaso la toma de la Bastilla exactamente el mismo día que los precios del pan habían llegado a su nivel más alto?

Sin duda muchas otras naciones podían aceptar condiciones materiales más contradictorias sin comenzar una matanza. ¿Por qué no hubo una revolución similar en algunos reinos de Europa del Este? Alexis de Tocqueville ofreció una respuesta en la que la envidia era el principal factor. Según él, había un doble movimiento en Francia, mismo que generaba grandes tensiones políticas y sociales. En primer lugar, el “reformismo” había vuelto al viejo ordo medieval “la sombra de lo que había sido”

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