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Nunca un titular fue más literal: gran parte de responsabilidad para detener la expansión del covid-19 en el Perú recae en cada uno de nosotros, y está en nuestra voluntad de acción impedir que alcance niveles de mortandad con medidas simples, sencillas, nada complicadas; solo basta tener algo de empeño y disciplina para evitar espacios con gentíos, asearnos minuciosamente las manos y, sobre todo, evitar el contacto directo a nuestra boca, nariz y ojos.
El Gobierno ha respondido a la pandemia con medidas drásticas, de emergencia, para que el coronavirus no cause los estragos registrados en Italia y España, donde el contagio ha sido exponencial, con la lamentable pérdida de vidas humanas, pese a que China nos trazaba una importante línea de conducción como ejemplo a la comunidad internacional, con el aislamiento de sus enfermos y la cuarentena de ciudades enteras.
Desde ya, el Ejecutivo ordenó la suspensión de clases escolares y universitarias, la prohibición de espectáculos públicos, el desplazamiento de más personal especializado a los principales centros de salud, entre otros. Los gobiernos regionales se adhirieron a ese conjunto de disposiciones con la cancelación de festividades religiosas ante la cercanía de la Semana Santa, mientras que los municipios distritales optaron por cerrar parques zonales y las playas del litoral, pese a la plenitud de la estación veraniega.
Pese a ello, los peruanos vemos a través de los medios de comunicación y de las redes sociales cómo la gente aún persiste en ir a lugares de diversión nocturna, a los centros comerciales, y otros sitios similares donde el riesgo de transmisión de la enfermedad es alto. Si el sentido común dicta que nos cuidemos y evitamos hacerlo, entonces debemos exhortar a que las personas por lo menos adopten acciones para la seguridad de sus familiares y seres queridos.
Debemos ser conscientes de que el covid-19 está aquí entre nosotros, ya dejó de ser una realidad lejana e intangible, es un riesgo concreto que todavía podemos controlar con el autoaislamiento. De proseguir con conductas hedonistas, sin respeto a la salud de los demás, tendremos un escenario poco optimista en las próximas semanas, y si bien todos tenemos un grado de responsabilidad en combatir la enfermedad, tanto autoridades, instituciones, gremios y empresariado, queda en el ciudadano de a pie un gran compromiso por cumplir, que es el de cuidarse.
Hasta aquí solo hemos hablado del tema sanitario exclusivamente, pero la pandemia va más allá y ya tiene efectos sociales y económicos. Vemos a miles de personas comprando compulsivamente, lo que es innecesario porque el Gobierno y el sector privado han garantizado el abastecimiento de productos. Esta situación de emergencia nos ha revelado que aún debemos aprender a lidiar con este tipo de situaciones, y solo la serenidad y tranquilidad nos revelará como una sociedad madura y responsable en el futuro próximo.