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Hace un mes o dos (no recuerdo cuando exactamente, pues intenté borrar de mi memoria aquel fatídico día) estaba estudiando para una semana llena de exámenes en mi universidad, una tortura espantosa prolongada ad infinitum a mi parecer. Pues no había hecho más que estudiar toda esa semana distribuyendo el tiempo como mejor pude. Resulta ser que el domingo, un día antes de realizar un examen muy importante y una exposición oral, era el cumpleaños de mi hermana y pues accedí a ver la película de los emojis con ella (se le veía bastante ilusionada, no podía decirle que no) ya que luego teníamos su fiesta y lo consecuente. La gracia de todo esto es que pensaba que iba bien preparado para comenzar los exámenes el lunes… pero nada iba a poder prepararme para lo que iba a presenciar. Aquello se convirtió en el experimento Ludovico de “la naranja mecánica” solo que en formato de dibujos animados. Es más me atrevería a decir que viendo esa película incluso me enfrenté a mis propios demonios en un sufrimiento latente y agonizante. Pero vayamos por partes y veamos por que pienso que “The Emoji Movie” es tan nefasta y por qué es necesario hablar sobre esto:
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