• Asignatura: Religión
  • Autor: mireyasantiago1961
  • hace 6 años

¿ Cuál es el primer signo del amor de Dios ?​


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Respuesta dada por: acostaandres323
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Respuesta:

El Jubileo Extraordinario de la Misericordia es un acontecimiento de gracia y de manifestación de la Divina Providencia para hacernos reflexionar sobre la realidad de Dios, verdadero Padre amoroso, que sale a nuestro encuentro en los caminos de la vida y quiere caminar con cada hombre y cada mujer en todas sus circunstancias.

Abrir la Puerta de la Misericordia en nuestra Catedral es un símbolo de unión con toda la Iglesia universal y, sobre todo, una preciosa imagen del deseo permanente de Dios de comunicarse con el hombre, de mostrarle y ofrecerle el rostro de Padre que nos ama con amor materno, un amor que se conmueve por dentro hasta las entrañas por sus hijos.

Es preciso que ese don de Dios Padre tenga acogida en nuestro interior, abriendo la puerta íntima de nuestro corazón a todos los que transitan a nuestro lado por la vida. Se nos ofrece la oportunidad de reconciliarnos con Dios y de reconciliarnos con los hermanos, porque ¿qué sentido tendría pedir a Dios que perdone todas nuestras ofensas si nosotros no estuviéramos dispuestos a compartir ese mismo perdón? Este es un tiempo de gracia, un tiempo para practicar la auténtica caridad.

Esta Iglesia que peregrina en Santiago de Compostela se propone como objetivo practicar las obras de misericordia, tanto corporales como espirituales, teniendo en cuenta esas periferias ante las que mostramos indiferencia y pasividad. Será un modo de despertar nuestra conciencia muchas veces aletargadas ante los dramas humanos, y de entrar en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina.

La misericordia es visible y palpable en la ternura de los que cuidan a los más frágiles y necesitados, siendo misericordiosos los unos con los otros. Estoy seguro de que ninguno de nosotros puede decir que no necesita de la misericordia de Dios y de la de los demás. Y los demás esperan siempre nuestra actitud misericordiosa, viéndolos con los ojos del corazón.

Ningún motivo de plegaria es más verdadero que reconocer nuestra miseria e invocar la misericordia de Dios. No se entiende una sociedad sin misericordia. No es difícil fascinarse ante la grandiosidad y belleza de la creación, pero como afirmaba el papa emérito Benedicto XVI, esta inmensidad y poder es superado todavía por la grandeza y belleza de la misericordia. Sin duda, la primera es accesible a todos los ojos, y la segunda sólo a los del corazón. “La misericordia tiene siempre en el fondo algo de real. No supone necesariamente que quien la sienta esté exento de todo mal; implica que no está oprimido por él, que emerge por encima de él y está libre para constituirse en bienhechor de otras miserias, en ser para ellas una fuente de entrega y de compasión”. La misericordia habla un lenguaje universal.

Abrir la Puerta de la Misericordia en nuestra Catedral es un gesto cargado de simbolismo religioso. Ese hondo sentido espiritual, por otra parte, es bien propio de nuestra Iglesia diocesana, enriquecida a lo largo de los siglos en la gran perdonanza de los Años Santos Compostelanos y en el espíritu peregrinante que busca el rostro de Cristo, rostro inefable de la misericordia del Padre que consuela, perdona y ofrece esperanza. Hacemos nuestra la súplica que el poeta Dante en la Divina Comedia ponía en boca de Beatriz dirigiéndose al apóstol Santiago

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