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Respuesta:La primera guerra civil de nuestra era republicana, conocida como Revolución de los Supremos, tomó por pretexto el cierre de conventos que tuviesen menos de cinco religiosos, con el fin de dedicarlos a la instrucción pública. A partir de entonces la cuestión religiosa pesó considerablemente en las contiendas entre nuestros partidos históricos, contribuyendo en no escasa medida al continuo guerrear que salpica de sangre nuestro siglo XIX. Después de considerables avatares que llegan hasta mediados de la presente centuria, el país había entrado en una era de convivencia religiosa y de tolerancia en los órdenes espirituales, que no se ve la conveniencia de alterar. Sufre nuestro cuerpo social demasiadas tensiones y fuerzas de ruptura, como para añadirles materias que forman parte más del ser íntimo de las personas que de acción legislativa, máxime si ésta va en contravía de la idiosincrasia de nuestro pueblo y de sus más caras tradiciones.
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