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Antecedentes de la Batalla de Tucumán
En vista de que el ejército realista comandado por Tristán se encontraban marchando hacia el sur con alrededor de 3000 soldados, Belgrano dictó un decreto en el que exigió a los pobladores de Jujuy abandonar el pueblo. Esta estrategia fue usada por Belgrano con el fin de evitar que las líneas realistas obtuviesen algún tipo de provisiones y resguardo en la población de Jujuy.
Luego de que Belgrano llega a Tucumán y se entera de que su segundo al mando, Eustoquio Díaz Vélez había obtenido una victoria sobre los realistas en la localidad de Las Piedras, se sintió impulsado a detenerse en Tucumán para esperar al ejército realista y hacerles frente. A pesar de que Bernardino Rivadavia dio órdenes a Belgrano de retirase hasta la población de Córdoba, este decidió emprender la batalla al recibir apoyo de Díaz Vélez y de los pobladores de Tucumán.
Consecuencias de la Batalla de Tucumán
Aunque en las tropas patriotas se presentaron alrededor de 100 muertes, la peor parte la recibió el ejército realista quienes perdieron más de 400 soldados y alrededor de 600 fueron puestos prisioneros. Además, los realistas perdieron una parte importantísima de su equipamiento de artillería, la cual fue tomada por Díaz Vélez junto a un grupo de infantería. Igualmente, los realistas perdieron caballos, animales de carga, provisiones alimenticias y metales de gran valor.
La Batalla de Tucumán fue de gran importancia porque se consagró como una de las victorias más importantes que tuvieron los patriotas. Esto les permitió establecer el dominio en la zona y sumar presencia en las áreas que eran dominadas por los realistas
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nte la aprobación de las Cámaras Legislativas nacionales del proyecto de ley que declara el día 24 de septiembre feriado nacional único en conmemoración del Bicentenario de la Batalla de Tucumán, considero oportuno refrescar la memoria sobre este acontecimiento, los hechos que le precedieron y los posteriores que consolidaron el triunfo y que tuvieron como principales protagonistas al General Manuel Belgrano y los pobladores norteños de Tucumán, Jujuy y Salta.
Belgrano fue designado por la Junta de Gobierno como Jefe del Ejército del Norte, con la misión de impedir que las fuerzas realistas del Alto Perú invadieran desde el norte, llegaran a Córdoba y pusiesen en peligro la estabilidad del Gobierno de Buenos Aires, que también se sentía amenazado por Montevideo que, con su flota, dominaba el Río de la Plata.
Belgrano estableció su campamento en Jujuy y debió organizarlo todo sin ayuda de Buenos Aires, cuyo mayor esfuerzo estaba destinado a defenderse de una posible invasión desde la Banda Oriental.
Los realistas contaban con un ejército de más de tres mil hombres, bien pertrechados y abastecidos y con dos jefes, Pío Tristán y Goyeneche, criollos fieles a España y que habían sido adiestrados en la conducción militar.
La diferencia a favor de los realistas era enorme, por lo cual resultaba casi imposible resistir un ataque, situación que Belgrano hizo conocer al Gobierno, recibiendo orden de retirarse hacia el sur. En esta ocasión, Belgrano implementó dos estrategias: por una de ellas le causaba inconvenientes y algunas bajas a los realistas con la táctica de guerrilla, lo que retrasaba sus movimientos y desmoralizaba a la tropa. La segunda estrategia demandó toda su pericia y conocimiento de las personas y la persuasión de que debían luchar por la libertad que les era negada. Así logró convencer a paisanos, comerciantes, hacendados y funcionarios de abandonar Jujuy, destruyendo todo lo que pudiera servir al enemigo y trasladarse con lo indispensable. Esta estrategia se conocerá como “El Éxodo Jujeño” y entrará en la historia grande de la Patria.
La retaguardia del ejército patriota era defendida por el Coronel Eustoquio Díaz Vélez, quién con sus incursiones lograba retrasar el avance realista que fue contenido en Las Piedras, situación que motivó a Belgrano suspender la retirada, desobedeciendo órdenes de Buenos Aires y dar batalla en el Campo de las Carreras el 24 de septiembre de 1812 logrando una gran victoria.
Pío Tristán, que comandaba las fuerzas realistas, se retiró con numerosas bajas y pérdida de armamentos. Con el triunfo de Tucumán se salvó la revolución.
Los realistas, al mando de Goyeneche, se mantuvieron en Salta y se reforzaron con los soldados dispersos en Tucumán. Hacia allí fue Belgrano cruzando el río Pasaje el 13 de febrero de 1813, lugar donde hizo jurar a sus tropas, obediencia a la Asamblea General Constituyente del año XIII y a la Bandera Celeste y Blanca, la que había guardado luego de la jura del 27 de febrero de 1812 en las barrancas de Rosario, para cuando se lograse “un triunfo importante”. Desde ese momento el río Pasaje pasará a llamarse Juramento.