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Me parece una filosofía ingenua que pasa por alto dos cosas: una, la "construcción del deseo" propia de la publicidad moderna. Entre los antiguos el único que rozó el tema fue Epicuro con sus "deseos ni naturales ni necesarios". Un hedonista en el mundo de hoy vive atrapado entre miles de deseos construidos artificialmente sin poder saciarlos nunca ni obtener ningún placer de ello. La otra, la existencia de deseos neuróticos: los cuales no producen placer al ser "realizados", sino solo la transformación del deseo. Por lo que satisfacer estos deseos es totalmente superfluo: lo que necesitamos es una filosofía más cercana al budismo: entender sus orígenes para poder eliminarlos.
El hedonismo no solo lleva a la destrucción: sino que ni siquiera lleva al placer, que es lo que se proponía en primer lugar.
Saludos
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