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Las primeras escrituras conocidas fueron inventadas por los egipcios y los mesopotámicos durante el milenio -IV, es decir, hace aproximadamente cuatro mil años a.C.. La escritura de los egipcios es llamada jeroglífica y la de los habitantes de Mesopotamia cuneiforme.
Eran sistemas muy completos pero, tan complicados que su interpretación, lograda por los europeos hace poco más de un siglo, costó ímprobos esfuerzos. Todavía en lenguaje corriente solemos decir, refiriéndonos a una cosa que nos cuesta mucho comprender, que es un jeroglífico. Sin embargo, en su origen, esas complicadas escrituras debieron ser muy elementales.
Al principio, los signos fueron sólo dibujos de objetos, y su finalidad era referirse a esos objetos o expresar una idea fácilmente sugerida por su contemplación. Así, por ejemplo, el dibujo del disco solar podía significar el Sol, pero también la idea de día. Dos flechas con sus puntas opuestas podían sugerir la idea de guerra. .
Esta manera de escribir, rudimentaria y simple, es conocida con el nombre de escritura pictográfica, o sea escritura pintada.
En Egipto y Mesopotamia, las primitivas escrituras también fueron pictográficas, pero luego esto cambió fundamentalmente.
Los signos dejaron de ser representación del objeto dibujado o de una idea que a él se vinculara para expresar, en cambio, el sonido de la palabra correspondiente a ese objeto. El dibujo, del disco solar ya no representó al Sol, o al día, sino al sonido de la sílaba sol.
En consecuencia, para escribir las palabras soledad, solución, soldado, debería emplearse en primer término el signo del Sol, el cual, en este caso, ya no tendría valor como dibujo pictográfico de una cosa, sino como expresión de un sonido. Puesto que los signos valen como sonidos, se llama a este sistema de escritura, escritura fonética (de fonos, sonido), este cambio señaló un cambio extraordinario, porque a partir de ese momento las escrituras jeroglífica y cuneiforme tendieron a ser lo que es la nuestra: una representación de los sonidos que emitirnos al hablar.
El empleo de los signos fonéticos fue el invento creador de la verdadera escritura. Porque antes sólo podían representarse cosas o ideas, mientras que en adelante, con la combinación de signos fonéticos, pudieron escribirse las palabras.
Sin embargo, los sonidos representados por jeroglíficos y cuneiformes eran sonidos complejos, equivalentes a nuestras sílabas.
Quedaba pues, un gran progreso a realizar, reducir el número de signos a los estrictamente indispensables para representar los sonidos más simples que puede modular la garganta humana.
Esto fue obra de los fenicios, pueblo comerciante de Oriente, que hacia el año -1000 inventó el primer alfabeto, del que, a través de griegos y romanos, deriva el nuestro.
La escritura egipcia
Los egipcios escribían con una pequeña caña puntiaguda, mojada en una especia de tinta que se preparaba con agua, goma y algunas sustancias vegetales que le daban el color. Usaban como papel los tallos de una caña, el papiro (de ese nombre ha derivado nuestra palabra papel), que crecía abundantemente en las orillas del Nilo.
Las inscripciones en las paredes de los monumentos y las tumbas eran, por lo general, grabadas o pintadas; los egipcios se preocupaban en tales casos de que los signos fuesen ejecutados con mucha precisión y exactitud. En cambio, cuando se escribía sobre papiro no se respetaba esa minuciosidad en el dibujo y así se fue desarrollando un tipo, de escritura popular más simple, diferente de la otra, como son diferentes, entre nosotros, la escritura a máquina y a mano.
La escritura jeroglífica fue usada en Egipto durante más de 3 000 años. Pero los conquistadores que sucesivamente dominaron esas regiones orientales, trajeron otros sistemas de escritura e hicieron caer en desuso y en el olvido los viejos signos jeroglíficos. Esta situación se mantuvo hasta principios del siglo XIX, en que los jeroglíficos fueron descifrados por el francés Champollion.
Champollion encontró la clave de los jeroglíficos estudiando las inscripciones contenidas en un bloque de piedra hallado en la localidad egipcia de Roseta, que databa de la época en que los griegos dominaron el antiguo Egipto, es decir 2 000 años antes. Contenía una inscripción redactada en tres escrituras: 1, jeroglífica; 2, popular, o sea jeroglífico simplificada; y 3, griega. Las tres inscripciones correspondían, así, a dos lenguas. la egipcia, desconocida, y la griega, conocida. Era común, durante la dominación griega, que los decretos reales se escribi
Eran sistemas muy completos pero, tan complicados que su interpretación, lograda por los europeos hace poco más de un siglo, costó ímprobos esfuerzos. Todavía en lenguaje corriente solemos decir, refiriéndonos a una cosa que nos cuesta mucho comprender, que es un jeroglífico. Sin embargo, en su origen, esas complicadas escrituras debieron ser muy elementales.
Al principio, los signos fueron sólo dibujos de objetos, y su finalidad era referirse a esos objetos o expresar una idea fácilmente sugerida por su contemplación. Así, por ejemplo, el dibujo del disco solar podía significar el Sol, pero también la idea de día. Dos flechas con sus puntas opuestas podían sugerir la idea de guerra. .
Esta manera de escribir, rudimentaria y simple, es conocida con el nombre de escritura pictográfica, o sea escritura pintada.
En Egipto y Mesopotamia, las primitivas escrituras también fueron pictográficas, pero luego esto cambió fundamentalmente.
Los signos dejaron de ser representación del objeto dibujado o de una idea que a él se vinculara para expresar, en cambio, el sonido de la palabra correspondiente a ese objeto. El dibujo, del disco solar ya no representó al Sol, o al día, sino al sonido de la sílaba sol.
En consecuencia, para escribir las palabras soledad, solución, soldado, debería emplearse en primer término el signo del Sol, el cual, en este caso, ya no tendría valor como dibujo pictográfico de una cosa, sino como expresión de un sonido. Puesto que los signos valen como sonidos, se llama a este sistema de escritura, escritura fonética (de fonos, sonido), este cambio señaló un cambio extraordinario, porque a partir de ese momento las escrituras jeroglífica y cuneiforme tendieron a ser lo que es la nuestra: una representación de los sonidos que emitirnos al hablar.
El empleo de los signos fonéticos fue el invento creador de la verdadera escritura. Porque antes sólo podían representarse cosas o ideas, mientras que en adelante, con la combinación de signos fonéticos, pudieron escribirse las palabras.
Sin embargo, los sonidos representados por jeroglíficos y cuneiformes eran sonidos complejos, equivalentes a nuestras sílabas.
Quedaba pues, un gran progreso a realizar, reducir el número de signos a los estrictamente indispensables para representar los sonidos más simples que puede modular la garganta humana.
Esto fue obra de los fenicios, pueblo comerciante de Oriente, que hacia el año -1000 inventó el primer alfabeto, del que, a través de griegos y romanos, deriva el nuestro.
La escritura egipcia
Los egipcios escribían con una pequeña caña puntiaguda, mojada en una especia de tinta que se preparaba con agua, goma y algunas sustancias vegetales que le daban el color. Usaban como papel los tallos de una caña, el papiro (de ese nombre ha derivado nuestra palabra papel), que crecía abundantemente en las orillas del Nilo.
Las inscripciones en las paredes de los monumentos y las tumbas eran, por lo general, grabadas o pintadas; los egipcios se preocupaban en tales casos de que los signos fuesen ejecutados con mucha precisión y exactitud. En cambio, cuando se escribía sobre papiro no se respetaba esa minuciosidad en el dibujo y así se fue desarrollando un tipo, de escritura popular más simple, diferente de la otra, como son diferentes, entre nosotros, la escritura a máquina y a mano.
La escritura jeroglífica fue usada en Egipto durante más de 3 000 años. Pero los conquistadores que sucesivamente dominaron esas regiones orientales, trajeron otros sistemas de escritura e hicieron caer en desuso y en el olvido los viejos signos jeroglíficos. Esta situación se mantuvo hasta principios del siglo XIX, en que los jeroglíficos fueron descifrados por el francés Champollion.
Champollion encontró la clave de los jeroglíficos estudiando las inscripciones contenidas en un bloque de piedra hallado en la localidad egipcia de Roseta, que databa de la época en que los griegos dominaron el antiguo Egipto, es decir 2 000 años antes. Contenía una inscripción redactada en tres escrituras: 1, jeroglífica; 2, popular, o sea jeroglífico simplificada; y 3, griega. Las tres inscripciones correspondían, así, a dos lenguas. la egipcia, desconocida, y la griega, conocida. Era común, durante la dominación griega, que los decretos reales se escribi
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