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Se conoce como las guerras médicas a un conjunto de conflictos militares entre el Imperio Aqueménida de Persia y la Antigua Civilización Griega, representadas por las distintas ciudades-Estado del mundo helénico. Estas guerras significaron el fin de la expansión del Imperio Persa hacia el Mar Mediterráneo, al ser derrotado por Grecia.
Estas dos potencias de la época eran muy disímiles entre sí: mientras el Imperio Persa de Ciro II el Grande era un Estado monárquico en expansión, las distintas ciudades griegas conformaban un archipiélago, unidas entre sí por afinidad cultural pero independientes política y militarmente.
Causas de las guerras médicas
El Imperio Persa era una potencia expansiva del Asia, cuyo dominio sobre la Jonia y otros territorios antiguamente griegos era fuente de conflictos y asperezas. Además, provocaba una sensación de inminente peligro en las ciudades de la Hélade.
Se dice que Temístocles, arconte griego electo en 493 a. C., consideró necesario fortificar las posiciones griegas costeras y desarrollar una gran fuerza naval. Sin embargo, rivales políticos tenían otros planes y optaron por la defensa en tierra firme.
Por su parte, el historiador griego Heródoto cuenta que la antipatía hacia los atenienses del emperador persa era legendaria, azuzada por sus siervos constantemente a la hora de sentarse a la mesa. Por eso asignó a su sobrino Artafernes y a un noble persa de nombre Datis la planificación de la conquista de las costas griegas.
Esto pareciera confirmarse: poco después, los persas conquistaron las islas Cícladas y de Eubea, regiones griegas que apoyaron la revuelta jonia.
Primera Guerra Médica (492-490 a. C.)
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En el Túmulo se enteraron los 192 griegos caídos en la batalla de Maratón.
La Primera Guerra Médica comenzó con la conquista de Eretria, capital de Eubea, por los persas, en represalia por su participación en la revuelta jonia. De allí las tropas persas marcharon a las llanuras de Maratón, siguiendo el consejo del tirano ateniense Hipias, que ayudaba a los persas desde su exilio. La idea era invadir Atenas sacando el mayor provecho a la caballería persa.
Así se produjo en 490 a. C. la célebre batalla de Maratón, en la que los atenienses, en vez de jugar a la defensiva, arremetieron contra las tropas persas recién desembarcadas. Inspiraron el pavor entre los persas y los persiguieron hasta sus propios barcos, ocho de los cuales fueron capturados.
En total, los persas sufrieron la desastrosa cantidad de 6.000 bajas, frente a los 192 griegos caídos, y debieron retirarse. La experiencia además sirvió para que Atenienses y Espartanos firmaran un acuerdo de mutua protección frente a la obvia amenaza del Imperio Persa en 481 a. C.
Segunda Guerra Médica (480-479 a. C.)
Tras la muerte del emperador Darío I, su hijo Jerjes ascendió al trono persa, y desde el principio se preparó para una nueva invasión de Grecia. Su primer gesto fue enviar emisarios a las ciudades de la Hélade solicitando un tributo en agua y tierra, como gesto de sumisión que sería luego tomado en cuenta.
Se dice que los atenienses y los espartanos prefirieron arrojar a los emisarios persas a un pozo, asegurándoles que “tendréis toda el agua y toda la tierra que queráis”. El ejército de Jerjes, compuesto por entre 250.000 y 500.000 hombres, partió hacia Grecia en 480 a. C. y cruzó el mar, alcanzando la península.
Tercera Guerra Médica (479-449 a. C.)
El último capítulo en la guerra entre griegos y persas estuvo al mando del nuevo soberano persa Artajerjes, aliado con el antiguo líder griego Temístocles, quien sufría en ese momento el exilio. Sin embargo, sus planes fueron frustrados por Cimón, quien lideró el ejército griego hasta la actual Turquía.