Respuestas
Capítulo 1
Imaoma miró 3 veces a Atima y al hacerlo se acostumbra pedir casamiento. Luego, al casarse le regala un pequeño espejo enmarcado en ébano. Pasó un año y los tambores empezaron a anunciar malas noticias, pasaron los años y seguían anunciando malas noticias.
Un día, Atima y Atima Imaoma estaban juntando frutas, cuando aparecieron dos cazadores que atraparon a Atima Imaoma y la llevaron para venderla a América. Atima le da el espejo a su hija para que se lo lleve.
Ya en venta Atima Imaoma, apareció el señor Fontezo y Cabrera, quien la compró para ser la doncella de su hija. La llamaron Silencio. Se hizo amiga de la hija del señor Fontezo y Cabrera. Tanto, que Raquel le enseñó a leer y escribir. Hasta que un día la vendieron a los dueños de una hacienda en Mendoza por problemas de dinero.
Capítulo 2
Dorel era un huérfano adoptado por María Petra, una vendedora de antigüedades que tenía muchos miedos y no lo dejaba salir ni aprender cosas del mundo. Un día llegó al negocio un chico para vender un pequeño espejo enmarcado en ébano. Pedía cuatro monedas por él, le dio solo tres. Luego, Dorel se arrepintió y salió a la calle para darle la moneda que necesitaba.
Capítulo 3
Atima Imaoma se casó con un esclavo de la hacienda donde vivía y tuvieron una hija, Atima Silencio. Cuando sus padres murieron, ella decidió escapar. Una noche de tormenta se fugó, pero el hijo mayor del dueño de la hacienda la encontró. Al intentar alcanzar a Atima, se cayó por el precipicio y se desmayó. Atima aviso a los hombres haciendo señales de luz con el espejo. Ella se entregó y como salvó la vida de su hijo, el dueño la dejó en libertad.
Capítulo 4
Dorel salió en busca del vendedor del espejo para darle la moneda que faltaba. Entonces cruzó todo el pueblo y se encontró con varias personas que le decían dónde encontrar al vendedor. Así llegó hasta un monasterio y un monje la invitó a pasar para darle comida, mientras Dorel esperaba, encontró un violín e hizo música. Dorel por fin sonrió.
Capítulo 5
Atima Silencio estaba pidiendo trabajo por la calle. Hasta que un día se encontró con un campamento militar. Allí encontró comida y trabajo, le donó el espejo al General José San Martín, para que le sirva de salvaconducto, para el ejército.