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1El propósito de este trabajo es reflexionar acerca de la construcción y evolución de la percepción del otro, en tanto prejuicio, en el escenario argentino pasado y contemporáneo, a partir de diversas representaciones de los inmigrantes.
2Con la presencia del inmigrante, hay una construcción permanente de ideas e imágenes por medio de las cuáles, una comunidad dada percibe sus diferencias a través del «otro» distinto, sea éste social, étnico o cultural. Este «ajeno» es definido siempre en función de un “nosotros” que se supone idéntico y que se instituye mediante la exclusión.
3Se abordará la representación del inmigrante, en dos períodos: fines del siglo XIX y fines del siglo XX, en Buenos Aires, reflejada en algunos órganos de prensa bonaerenses.
4En aras de una mayor claridad, en el caso de Argentina y de la inmigración, consideraremos primero cómo abordar la temática del «otro» dentro del marco de este trabajo y, segundo, re-contextualizaremos históricamente las representaciones estudiadas.
5Entendemos que los mecanismos de discriminación producen la construcción del «otro», acarreando racismo y xenofobia. Michel Wiewiorka (2000) afirma que el racismo deriva de la incapacidad que algunas personas tienen para enfrentarse con la diferencia, con el «otro». Cuando la diferencia no es entendida como un aporte que enriquezca a la comunidad, sino como un argumento para «segregar» a los diferentes, se les acusa de todos los males (delincuencia, desocupación, etc.).
6La discriminación es entonces esa incapacidad de aceptar lo distinto que deriva en definitiva, en una forma de odiar al «otro», de marcar una frontera que puede adoptar diversas formas y razones. Además, es un hecho común que las víctimas sean a su vez, victimarias. Afectadas por la intolerancia son intolerantes con otros grupos o dentro del mismo grupo.
7La teoría sicoanalítica ofrece dos significados del término «discriminar». Por un lado, la capacidad para distinguir entre realidad objetiva y subjetiva, de la cual depende la salud mental de una persona; el sicótico por ejemplo, no puede establecer esta diferencia. En su aspecto negativo, en cambio, la discriminación es un mecanismo de identificación proyectiva, a través de la cual el sujeto atribuye a un «otro» alguna característica que no acepta en sí mismo.
8Dicho mecanismo se basa en «pensamientos de certeza», convicciones que no admiten ningún tipo de cuestionamiento. Por ese motivo, como señala Hannah Arendt, la discriminación siempre tiene un substrato ideológico. Estos fenómenos no se reducen a una patología individual, son procesos sociales complejos en los que una comunidad busca chivos expiatorios para su frustración.
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