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El león codicioso
La última de las historias con moraleja nos habla de un león soberbio que estaba hambriento. Llevaba un rato largo sin comer y tenía pegadas las tripas. Sabía que en el lugar en donde estaba no abundaban las presas. Comprendió que debía ser paciente y acechar con mucha cautela, ya que si aparecía alguna presa y la perdía, no iba a encontrar otra tan fácilmente.
El león se quedó muy quieto, detrás de un matorral. Pasaron algunas horas y no aparecía nada. Sin embargo, cuando ya estaba desanimado, en una zona cercana apareció una liebre. Había un pastizal y la liebre salió a comer la hierba, desprevenidamente. El león sabía que las liebres son muy rápidas, así que debía lanzar un ataque contundente y súbito. De lo contrario, con toda seguridad, la liebre se escaparía.
Esperó un rato y se puso en guardia. Cuando iba a echarse encima de su presa, vio de pronto que un hermoso venado estaba caminando a unos metros de allí. La boca se le hizo agua. En un par de segundos cambió sus planes y atacó al venado, que había tenido tiempo de verlo y se echó a correr. La liebre, por supuesto, se escapó. Esta es una de las historias con moraleja que nos enseña a no perder lo que ya tenemos asegurado, por aquello que nos seduce de repente.
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