¿Qué debemos aprender de los viajes de San Pablo?
Respuestas
Respuesta:
¿Qué debemos aprender de los viajes de San Pablo?
Explicación:
en nunca perder la fe y seguir adelante pase lo que pase dios en nuestra esperanza.
Juan el Bautista preparó el camino para Cristo, bautizando a la gente y llamándola al arrepentimiento. Durante aquel tiempo, Juan habló ampliamente del Mesías que habría de bautizar con el Espíritu Santo. Sin embargo, Pablo encuentra discípulos en Éfeso que no habían oído hablar del Espíritu Santo. El camina con ellos por la senda de la memoria y reconocen que ciertamente recibieron el bautismo de Juan. En ese punto, Pablo comienza a aclarar las cosas. Les explica que Juan el Bautista llamaba al arrepentimiento y a creer en Jesucristo, quien es capaz de confirmar su salvación. La creencia en Cristo se completa luego del bautismo y de la recepción del Espíritu Santo (Efe. 1: 13). La unción del Espíritu Santo es una de las características fundamentales de los cristianos. Ahí es donde el creyente comienza una nueva vida con y en Cristo.
San Pablo fue uno de los principales apóstoles de Jesús y uno de los más importantes figuras del cristianismo. Viajó por todo el mundo enseñando el Evangelio y haciendo seguidores del cristianismo. Sus viajes nos enseñan la importancia de llevar el Evangelio a todas las personas y de ser testigos de Jesús en todo el mundo. También nos enseñan la importancia de la perseverancia y el coraje en la predicación del Evangelio, ya que San Pablo fue perseguido y encarcelado en muchas ocasiones por su fe.
Historia de San Pablo:
San Pablo, originalmente llamado Saulo, era un fariseo judío. Él estudió en el famoso Rabino Gamaliel y seguía las enseñanzas de los fariseos. Saulo era un defensor feroz de la religión judía y estaba en contra del cristianismo. Él participó en la persecución de los cristianos y fue testigo de la crucifixión de Jesús.
Después de la crucifixión, Saulo tuvo un encuentro con Jesús resucitado y fue convertido al cristianismo. Saulo cambió su nombre a Pablo y dedicó el resto de su vida a predicar el Evangelio. Pablo viajó por todo el mundo, enseñando el Evangelio y haciendo seguidores del cristianismo. Él fue perseguido y encarcelado en muchas ocasiones, pero nunca dejó de predicar el Evangelio. Pablo finalmente fue martirizado en Roma en el año 67 d.C.
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