Testimonio: terremoto de Pisco
Adaptado de Garcia Bendezu,
Lda agosto de 2017). El testimonio de un sobrevivente del terremoto de Pisco El Comerca
5.° grado
SEMANA 11
terremoto, nos dirigimos a buscar a mi esposa.
mi pequena hija Alison en un taller Cuando se inicio el terremoto, empecé a correr y me detuve
cobrador en una combi. La tarde del terremoto, Olivia estaba estudiando y yo me encontraba con
Olivia, mi esposa, estudiaba nglés en un instituto ubicado en el centro de Pisco. Yo trabajaba como
en el centro de la pista para que no nos cayeran los postes de luz o los edificios Cuando paso el
Llegamos al instituto y vi que adentro todo estaba tapado por los ladrillos Un profesor me dijo que
casi todas las personas habían logrado salir y que solo dos chicos habían quedado atrapados. Sall
plaza de Armas y empecé a silbar, porque sabia que ella podia reconocer misilbido. Tampoco pude
de prisa y fui con mi hija a buscar a su mamá al hospital, pero no la encontramos. Luego fuimos a la
encontrarla Nuevamente volvi a buscarla al hospital, sin éxito
milagro. Me dijo que cuando salla del instituto la pared le cayo encima y la hirió en la mano. Las
Me fui a Tupac Amaru. Ahi me encontré con mi suegro y me conto que Olivia se habia salvado de
personas que estaban ahi lograron rescatarla y la llevaron a una posta médica.
Amaru Inca, donde vivimos durante un año. Luego pude construir poco a poco mi casita con el
Lomas dificil que me toco vivir en esos años fue empezar de nuevo Ahora trabajo con una mototaxi
Mi esposa logró terminar sus estudios y ya es maestra. Los fines de semana, Olivia regresa de su
trabajo y salimos a pasear por Pisco. Ella es una buena mujer, esta conmigo en las buenas y en las
malas
Al dia siguiente, Olivia seguia mal. Tenia una herida
profunda. Intente llevarla alca, pero en el hospital atendian
a los heridos hasta en la calle. Quise llevarla a Lima, pero
era difícil porque la autopista estaba completamente
destruida Tuve que volver al hospital de Pisco, porque
había llegado ayuda humanitaria. Ahi la atendieron le
limpiaron y le curaron la herida.
Cuando ocurrió el terremoto, Olivia, mi hija y yo viviamos
en casa de mi mamá La casa no se cayo, pero si se rajo.
Por eso nos dieron un módulo prefabricado en Tupac
bono que recibimos y con un préstamo que hice.
https3C.
ayúdenme es para hoy día
Respuestas
Respuesta:
*Esta crónica se publicó el 15 de agosto del 2017.
Olivia dormita sobre un colchón, tiene la mano izquierda hinchada y un catéter de suero conectado al brazo derecho. Apoya su cabeza en Dante, su pareja. Aunque no están casados, él lleva un anillo de acero. Dante está agotado. Al lado, en otro colchón, yace una persona. Hay huellas y tierra en el piso de cerámica. Es el mediodía del 16 de agosto del 2007, este es el antiguo hospital de Pisco y han pasado casi 18 horas desde el terremoto que destruyó Ica. En ese momento y lugar, Dante Anchante Safora, de 25 años, y Olivia Saavedra Flores, de 22, son fotografiados por el reportero gráfico de El Comercio Luis Choy.
Explicación:
El año pasado, El Comercio se reencontró con la familia Anchante Saavedra. Por fortuna, esta vez la reunión se dio en mejores condiciones: en la vivienda que construyó la pareja en el distrito de Túpac Amaru Inca, en Pisco. Como Dante y Olivia, casi todos en el barrio son damnificados del terremoto que se reubicaron en las zonas altas de la ciudad. En la casa estaban Dante y sus hijas: Allison y Johanny, de 12 y 2 años, respectivamente. Olivia estaba de viaje.
Esta es la historia de Dante Anchante sobre lo que ocurrió en la noche del 15 de agosto del 2007. Según contó este sobreviviente a El Comercio la semana pasada, acaba de contraer nupcias con su pareja.
“Olivia tenía poco tiempo estudiando inglés. Su instituto estaba en el centro de Pisco. En esa época yo trabajaba como cobrador en una combi y esa tarde estaba en un taller a las afueras de la ciudad con mi hija Allison. Estaba sentado en la combi cuando empezó el remezón. Como estaba al lado de una casa de cuatro pisos, me bajé de la combi, agarré bien a mi hija y corrí hasta la esquina. Corrí con las piernas bien abiertas para mantener el equilibrio. Allison me abrazó fuerte. Me detuve en medio de la pista, para que no nos cayeran los postes de luz. En ese momento escuché los gritos que venían del centro de la ciudad.
Cuando pasó el terremoto, el chofer de la combi se fue y me dejó solo con mi hija. La combi ni siquiera prendía. Tomé a Allison y nos fuimos por la avenida principal, Fermín Tangüis, con dirección a la plaza de armas. Era un largo trecho, pero no pensaba en el cansancio, pensaba en mi esposa. Unos días antes, le había comprado un celular, pero no contestaba, no había línea, no había nada. Cuando llegué al instituto de Olivia, una secretaria me detuvo. Me dijo que no entre. El local era de adobe y Olivia estudiaba en el último salón. Encargué a mi hija a la secretaria e ingresé. Solo se podía llegar hasta la mitad del pasadizo. Todo estaba tapado por los ladrillos. En ese momento un profesor me dijo que casi todos habían salido, solo dos chicos habían quedado atrapados.
Al salir del instituto, tomé de nuevo a mi hija y fuimos al hospital. No la encontré. Luego seguí buscando en las calles hasta que encontré a mis suegros. Les dejé a Allison y seguí buscando a Olivia. En la plaza de armas empecé a silbar. Sabía que Olivia reconocería mi silbido, pero no aparecía. Ya eran las nueve de la noche y volví al hospital. Vi muchos muertos tendidos en el suelo. Algunos estaban cubiertos y los destapaba para ver si encontraba a Olivia. Recuerdo que ella se había puesto una polera color mostaza ese día. Pero no quería pensar que estaba muerta. Seguí buscando y también fui al hospital del Seguro Social, pero no la encontré ahí.