porque conocer nuestras raices nos ayuda a comprender nuestras características como persona unica
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Saber, registrar, conservar y compartir nuestras historias familiares pueden proporcionar un sinnúmero de beneficios para las personas, familias y sociedades enteras. La historia familiar es más que cuadros genealógicos, censos y fechas de nacimiento, puede ser un poderoso antídoto contra experiencias adversas de la vida que afrontamos hoy en día, lo cual nos da una mayor comprensión de quiénes somos y nos motiva a profundizar nuestras raíces para las generaciones futuras.
Identidad esencial
Saber nuestros antecedentes culturales y de dónde venimos nos ayudará a desarrollar un fuerte sentido de quiénes somos en realidad. La forma en que nos relacionamos con las historias familiares y creamos relatos acerca de nosotros mismos nos ayuda a establecer nuestra identidad esencial única y auténtica.
Conexión
Los seres humanos desean afecto, pertenencia y conexión. Las relaciones que establecemos con otras personas pueden ser muy perdurables, no solo con personas de nuestro presente, sino también con la gente en nuestro pasado y futuro. Cuanto más descubrimos acerca de nuestro pasado, mayor es la conexión que tenemos con nuestros antepasados. Al registrar nuestra propia historia, generamos la oportunidad para que las generaciones futuras se conecten con nosotros cuando ya no estemos aquí.
En un discurso popular de la organización TED titulado, Todo lo que crees que sabes acerca de la adicción es incorrecto, el periodista británico, Johann Hari, enseña que lo opuesto de la adicción no es la sobriedad, sino la conexión. Conectarnos con los miembros de nuestra familia del pasado y presente al aprender su historia ocupa una necesidad innata en cada uno de nosotros.
Compasión
El aprender la historia de nuestros antepasados nos ayuda a obtener un mayor entendimiento de los desafíos que afrontaban, y con frecuencia inspira un mayor amor y compasión debido a sus debilidades y errores. Esta compasión puede traducirse fácilmente en nuestra relación con las personas vivas, dentro de nuestra familia y con otras personas. Todos afrontamos dificultades. Recordar ese hecho en el contexto de los defectos de los demás nos permite ser mejores empleados, gerentes, cónyuges, padres, hijos, hermanos y seres humanos.
Resiliencia
Conocer nuestra historia familiar fortalece la resiliencia. Al conocer más acerca de la vida de nuestros antepasados, podemos ver patrones para superar los fracasos y sobrevivir en épocas difíciles. Sus historias nos recuerdan que ciertamente no todo en la vida resultará fácil, que la desilusión ocurre y las desigualdades existen, pero que podemos recuperar, triunfar y hallar la felicidad a pesar de las dificultades.
Bruce Feiler, en un artículo del periódico New York Times, resume el estudio acerca de la resiliencia de los niños: “Cuanto más sabían los niños sobre la historia de su familia, más fuerte era su control sobre su vida, mayor era su autoestima y creían con más acierto que sus familias funcionaban bien. [Eso] resultó ser el mejor factor de pronóstico sobre la salud emocional y la felicidad de los niños”.
El altruismo
William Dade era un clérigo del siglo XVIII en Yorkshire, Inglaterra. A pesar de que él nunca se casó ni tuvo hijos propios, fomentó la práctica de incluir tanta información como sea posible en los registros de la parroquia. Debido a su labor, muchos de los registros de ese período contienen información valiosa para genealogistas. Amy Harris, una profesora de historia de la Universidad Brigham Young, se refiere a este tipo de labor desinteresada como conciencia genealógica. El hecho de estar al tanto y tener una percepción de la responsabilidad con nuestros antepasados, progenitores y toda la humanidad futura es un acto de generosidad altruista.
La capacidad de colaborar y actuar de forma abnegada distingue a la humanidad. Harris enseña que eso es lo que nos permite aprovechar el “poder de millones y miles de millones de personas”. Aprender sobre nuestra historia, registrarla y conservarla no solo bendice a nuestra familia, sino a todo el género humano.
Autoestima
Cuando nos sumergimos en nuestras propias historias familiares, vemos acontecimientos en gran escala y en una escala personal. Contemplar la inmensidad de la humanidad mientras leemos acerca de la mano del Señor en la vida de nuestros antepasados nos testifica de Su preocupación y amor inmenso por cada uno de nosotros. Nuestro valor es grande ante Sus ojos. Él nos ama y nos conoce.
Nuestra historia familiar va más allá de los nombres y fechas que encontramos en nuestro árbol. Se trata de lo que nos hace quiénes somos. Se trata de personas con quienes podemos formar conexiones memorables. Se trata de personas que vivieron, respiraron, sufrieron y triunfaron. Se trata de raíces, ramas, hojas y bosques enteros. Se trata de todos nosotros.