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Pero sí ha servido para que algunos se pregunten qué puede o no puede decir el Rey, quién le asesora en sus discursos, cuál es el marco legal al respecto o qué papel juega el Gobierno en esta materia. El discurso del Rey en la sede de la OTAN el pasado 25 de abril, en presencia de los ministros de Defensa y Exteriores del entonces Gobierno socialista en funciones, fue redactado inicialmente por José de Carvajal Salido, director general de Seguridad y Desarme en aquellos días y hoy subsecretario de Exteriores. El texto fue limado en Moncloa -todavía con Felipe González como presidente- y Zarzuela, pero la versión definitiva fue enviada, por cortesía, a la sede del PP, donde José María Aznar estaba a punto de formar Gobierno.
En este contexto, es extraño que Felipe González -quien en 1991 prometió que nunca haría comentarios sobre discursos regios- intervenga ahora para decir que en su larga estancia en Moncloa nunca el Rey se encontró con problemas «como los que ahora se están planteando» . El mensaje del pasado 30 de agosto ante el Consejo de Ministros deliberante -con las referencias a la UE- tuvo su origen en la Casa Real, aseguran distintas fuentes consultadas, aunque el Ejecutivo tuvo conocimiento previo del mismo. Y parece lógico que la iniciativa fuera de Zarzuela, porque precisamente un Consejo deliberante reúne las condiciones adecuadas para que el Rey, como «árbitro y moderador», pueda «advertir, animar y ser consultado», que en eso consiste «reinar», como afirmó en el siglo XIX el británico Walter Bagehot, considerado aún hoy como el gran teórico de la monarquía parlamentaria. El borrador es enviado a Presidencia del Gobierno, donde suele ser reelaborado, y de ahí se traslada al palacio de la Zarzuela, donde nuevamente pueden introducirse modificaciones de estilo y también de contenido.
Las modificaciones son analizadas entre el jefe de la Casa Real, Fernando Almansa, y el ministro de la Presidencia, Franciso Álvarez Cascos. Es cierto que alguna intervención regia ha originado tensiones entre Moncloa y Zarzuela, aunque en contadas ocasiones.
Tensión en Navidad
Diez años antes, con Adolfo Suárez como presidente, también hubo tensiones con Moncloa por el discurso navideño preparado por Zarzuela, aunque finalmente el Rey leyó el texto elaborado por la Casa Real. Don Juan Carlos intervino ante el Parlamento brasileño y pronunció frases literales de un artículo de Felipe González publicado antes en Le Monde Diplomatique. Tal «metedura de pata», como la calificó González, le costó el cargo a Carlos Miranda, entonces director general para Asuntos de Latinoamérica. Existe otra clase de discursos con claro contenido en los que, sin duda porque encajan más que otros en el papel del Rey como «árbitro y moderador», no es el Gobierno, sino la propia Casa Real, la que lleva la iniciativa.
Los mensajes regios de Navidad y de la Pascua Militar responden a ese esquema, y no es casual que el Rey haya pronunciado en esas fechas los avisos más enérgicos y valientes que también provocaron reacciones, incluso airadas, de algunos partidos. Ese mismo año, en Navidad, don Juan Carlos puso el énfasis en la «indisoluble unidad que la Constitución proclama». Juan María Bandrés habló de «paso atrás» y Heribert Barrera , de «centralismo», mientras Joseba Azkárraga comentó que también es «defendible» algo que no esté en la Constitución
Espero que te sirva :u
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a palacios
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