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Coincidencias entre ambas culturas
A pesar de que no se han hallado datos convincentes sobre la “Navegación de los Yin al Oriente”, la cultura peruana comparte sorprendentes coincidencias con la china. Los aborígenes peruanos cuentan con 33 idiomas, entre los que destaca el quechua. Al igual que el chino, todos ellos son monosilábicos. La pronunciación y el significado de muchos vocablos son similares; por ejemplo, wawa (niño), huaco (vasijas de cerámica), etc.
En el norte del Perú, los nombres de muchos poblados, ríos y cementerios son semejantes a los nombres y apellidos chinos, como la famosa Huaca Cao, el río Chao y las ciudades de Bagua y Yupán. El historiador y arqueólogo peruano José Antonio Bravo publicó en el semanario Visión, en junio de 1987, un artículo titulado “Los chinos llegaron a América antes que Cristóbal Colón”, donde presentaba once nombres coincidentes entre lugares peruanos y chinos.
La historia también demuestra el gran lazo entre las culturas peruana y china. La cultura Chavín, que data de entre 1.300 a.e.c. y 500 a.e.c., y se extendió por la costa norte y central del Perú, dejó como legado un gran número de esculturas de piedra, en las que figuran dibujos de murciélago, un símbolo de suerte para los chinos, pues su nombre significa “felicidad”.
Otro ejemplo lo podemos hallar en la cultura Chavín, donde la Estela de Raimondi –una lápida rectangular descubierta por el italiano Antonio Raimondi– guarda mucho parecido con la lápida del Rey del Dragón, en un templo chino de nombre parecido a la de Chavín. En la Estela de Raimondi se encuentran esculpidas una cabeza, la cara y garras de un dragón, así como el cuerpo de una serpiente. Cada una de las garras sostiene un bastón, símbolo del poder. Hacia sus lados, la decoración tiene forma de plumas, que están integradas a la cabeza y cola de la serpiente.
Lo más sorprendente es que entre los vestigios históricos de Chavín hay, incluso, una gran piedra grabada con dibujos sobre la teoría universal de la China antigua, semejante al realizado por Zou Yan, del Estado Qi, en el Periodo de los Reinos Combatientes de China (475-221 a.e.c.). Éste se compone de cuatro partes que corresponderían al Yang, con rayas horizontales que indican las cuatro direcciones (Norte, Sur, Este y Oeste); y otras cuatro partes que corresponderían al Yin, con rayas verticales que señalan el Noreste, Sureste, Noroeste y Suroeste. En su parte central estaría representado el lugar donde vivía la humanidad (lo que sería China).
Al igual que los chinos, los pobladores del antiguo Perú sepultaban a sus muertos en fosas. Junto al cadáver colocaban objetos de alfarería, joyas, alhajas, telas e, incluso, enterraban vivos a su esposa y sirvientes. El tamaño de la tumba, así como el número y la calidad de los objetos que la acompañaban, debían corresponder al nivel socioeconómico del difunto.
En 1987, en Lambayeque –costa norte del Perú– fue descubierta la tumba del Señor de Sipán, que data de hace 1.700 años. En ella se encontraron valiosos objetos, como hilos y laminillas de oro, perlas y joyas, que adornaban el vestido del monarca, en similar apariencia con la vestimenta de jade, cosida con hilos de oro, hallada en Mancheng, provincia de Hebei, en el norte de China.
La música de los aborígenes peruanos guarda también muchas similitudes con la china: se compone de una escala pentatónica. La métrica y el encanto de la música andina se parecen a la china, especialmente en ciudades como Cusco y Ayacucho. Es más, tanto las construcciones de la antigua China como las del antiguo Perú se caracterizan por su eje central y simetría. Durante el Imperio Incaico, los peruanos construyeron andenes y elaboraron sistemas de riego que se conservan hasta hoy en la famosa ciudadela de Machu Picchu, el mayor punto turístico del país.
(Traducido por Wu Ruigen*.)*Wang Quanfu y Wu Ruigen trabajaron en la agencia de noticias Xinhua, quien los envió como corresponsales por varios países de América Latina. Ambos están hoy jubilados.
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