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El Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) es un lentovirus (virus cuyo periodo de incubación es muy largo) que altera las funciones del sistema inmunológico
El Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) es un lentovirus (virus cuyo periodo de incubación es muy largo) que altera las funciones del sistema inmunológico, provocando el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Cuando este virus reside en nuestro interior, el organismo pierde gradualmente la capacidad de hacer frente a las infecciones a las que está expuesto. Hasta el momento, no hay cura para este tipo de enfermedad, pero sí que hay tratamientos que frenan su evolución.
Cualquier persona puede contraer el VIH y transmitirlo a otras personas a través de la sangre, por vía sexual así como de la madre al hijo durante el embarazo o a través de la leche materna. Actualmente, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) hay aproximadamente 35 millones de personas afectadas por este virus.
VIH Y SUS EFECTOS SOBRE EL SISTEMA INMUNOLÓGICO
El sistema inmunológico es el pilar central para combatir cualquier tipo de infección o reproducción de células cancerosas. Para llevar a cabo dicha función de defensa, el cuerpo cuenta con diferentes células. Entre éstas se encuentran los linfocitos cooperadores T CD4+ que son los encargados de activar y coordinar las otras células inmunitarias para atacar a cualquier patógeno que pueda alterar el correcto funcionamiento del organismo.
El VIH se adueña poco a poco de nuestro organismo atacando y debilitando el sistema inmunológico. No solo destruye y anula las funciones de las células CD4+ a las que infecta, sino que también utiliza dichas células para reproducirse y expandirse. A medida que el tiempo transcurre, el portador de este virus se vuelve gradualmente inmunodeficiente. En las etapas más avanzadas de la infección se desarrolla el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), un trastorno que puede dar lugar a ciertos tipos de cáncer y otras infecciones clínicas graves que, en ocasiones, provocan la muerte. Una persona puede tardar entre 5-10 años en desarrollar el SIDA o incluso que nunca lo llegue a padecer ya que el VIH no evoluciona igual en todos los pacientes.
En muchas ocasiones, se puede controlar la progresión de la infección mediante los antirretrovirales. La Micro-Inmunoterapia también puede ser integrada como apoyo al sistema inmune en el tratamiento. Además, se recomienda seguir una dieta alimenticia equilibrada evitando elementos nocivos para la salud como el tabaco y el alcohol. La nutrición debe de ir acompañada de un ejercicio físico moderado y un descanso prolongado con el objetivo de evitar males como el estrés y la fatiga.