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Quizá te has preguntado por qué el precio que tenía un litro de leche hace tres años no es el mismo que hoy tiene. La respuesta: se debe a la inflación. La inflación es el aumento generalizado y continuo en los precios de bienes y servicios.
Para mantener un sólido equilibrio en el manejo de tus finanzas a lo largo del tiempo (principalmente a plazos mayores a un año) no sólo es necesario tener iniciativa y adoptar el hábito de hacer un presupuesto mensual; tienes que dar un paso adelante, considerar el efecto que la inflación tiene en tus gastos pero también en tus ingresos.
La inflación y los gastos
Lo que gastaste en 2012 es un buen referente para hacer tu presupuesto de este año, pero siendo realistas es difícil que vuelvas a desembolsar la misma cantidad en cada rubro de gasto: alimentos, transporte, servicios, renta, colegiaturas, esparcimiento… y no porque vayas a consumir más sino porque, como ya dijimos, los precios de los bienes y servicios que adquirimos cotidianamente tienden a subir con el tiempo.
Y vaya que es así, hace algunas semanas el Gobierno Federal anunció el primer incremento del año en la gasolina, situación que se ha repetido a lo largo de los últimos años con el fin de reducir el gasto público destinado al subsidio del combustible. Por su parte, el Gobierno del Distrito Federal anunció la actualización en las tarifas que cobra en diversos trámites y servicios en 4.1% para compensar el efecto de la inflación registrada en 2012. Con toda seguridad, estos ajustes, incrementos y actualizaciones en el precio de los bienes y servicios, que casi siempre se realizan al iniciar un nuevo año calendario, también se observaron en el resto de los estados del país. Su objetivo es equilibrar sus presupuestos.
A ti te toca equilibrar tu presupuesto. Hay precios que suben continuamente, casi de manera imperceptible, y sólo te das cuenta cuando la canasta de productos que compras cotidianamente con $1,000 ahora la puedes adquirir con $1,300, por mencionar un ejemplo. Otros precios suben anualmente como las colegiaturas, el impuesto predial, transporte, entre otros.
Es pues necesario considerar el efecto de la inflación en tu planeación financiera. De otra manera corres el riesgo de quedarte “corto”. Por ejemplo, si el año pasado, la colegiatura de tu hijo subió de $2,300 a $2,500 –lo que equivale a un incremento de 8.7%–, es necesario que presupuestes un incremento similar para este 2013. Y así puedes hacerlo, sucesivamente, en cada rubro.
Cuando planeas el largo plazo, la inflación cobra aun más relevancia. Por ejemplo, si planeas comprar una casa a un plazo de cinco años, considera que el precio que hoy tiene no será el mismo mañana. Los precios de hace cinco años eran 24%1 más bajos que en la actualidad.
Sólo imagínate lo que sucedería en el caso de metas establecidas en plazos de 10, 20 o más años, entre las que se ubica por default tu retiro laboral, si no consideras la inflación. Más datos: en los 10 últimos años la inflación acumulada fue de 51.44% y en los últimos 20 años de 536%.
Analiza el efecto de la inflación en el precio de bienes y servicios que consumes a lo largo del tiempo, pero también en la planeación de tus metas financieras y patrimoniales de mediano y largo plazo.
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