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La Libertad -
Antes La Hueca o La Agujereada. Esos eran los nombres de La Libertad de antaño, que inició su vida política como una parroquia de Santa Elena y que en 1993 tras un proceso liderado por varios personajes logró su cantonización.
La ciudad, hoy también vista como el motor económico de la provincia, encierra tradiciones y costumbres recordadas por varios de sus personajes. Uno de ellos es Carlos Cambala Montecé, conocido radiodifusor que también fue parte del proceso de cantonización junto a otros ciudadanos.
De los gestores de la cantonización hay quienes partieron a la eternidad, como Ángel Serrano, Buenaventura Moreno, Gonzalo Cevallos, César González, Amado Panchana, Jorge Tamayo y Segundo Villegas.
Según la historia, que además está publicada en la web del Cabildo, se llamó recinto La Agujereada hasta 1918. Su terreno era irregular ya que servía de albarradas, por lo que también se conoció como La Hueca.
El cambio de nombre de La Agujereada se dio tras la solicitud de ciudadanos que quisieron que tomara la definición de La Libertad.
De ahí que fue en 1993 cuando esta parroquia que celebraba su aniversario cada 11 de diciembre se convirtió en cantón y cuya fecha de creación la conmemora desde hace 22 años cada 14 de abril.
De La Libertad de antaño se rememoran sitios como La Caleta y una amplia playa que hace más de cuatro décadas fue la más concurrida por turistas nacionales y extranjeros.
La Libertad, mucho antes de ser cantón, se había constituido en importante parte comercial de la provincia debido a la actividad de personajes como Francisco Ching, Humberto Yong, Germania Izaguirre, entre otros, que se dedicaron al comercio de ropa, perfumes, transporte de pesca, productos importados y más artículos.
Carlos Cambala emocionado dice que las primeras familias que habitaron en La Libertad fueron los Lainez y De la Rosa. Aunque no recuerda el nombre, tiene en su memoria el retrato de La Güira, una comadrona que podía curar el mal de ojo, sobar y aliviar las dolencias.
El primer mercado de La Libertad funcionó en plena calle Guayaquil. Los primeros transportes eran carros con baldes de madera en los que se trasladaba la pesca y además tenían un espacio para el traslado de pasajeros. Luego llegaron las chivas y con el paso del tiempo, camiones y camionetas.
La Libertad, que fue un sitio turístico desde sus inicios, además tuvo como característica al hotel Samarina, considerado uno de los mejores y más lujosos del lugar, que fue de propiedad del extranjero Henry Kusterman, según relata Cambala.
La Libertad de antes con la de ahora ha dado pasos agigantados, manifiestan habitantes como Olga Soriano, de 75 años, quien asegura que un nuevo malecón, el centro comercial popular Buenaventura Moreno, el mercado Cepeda Jácome, la iglesia Matriz y ahora nuevos edificios son parte del cambio de la urbe. (F)
Explicación:
si no me equivoco