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Respuesta:
A lo largo del siglo XIX, fueron muchas las mujeres que en todos los planos,
con coraje desafiante, no aceptaron la
sumisión y el disvalor con que eran tratadas sus congéneres, inscribiendo sus
dotes personales en la historia argentina y
efectuando el invalorable aporte que abrió
nuevos espacios para la práctica política,
cultural y social de todas las mujeres en
nuestro país. Se trata de figuras que no
han quedado solamente como ejemplos
heroicos, destacados o singulares, sino
que sobre todas las cosas, a través de su
acción han promovido el cambio en las
representaciones simbólicas acerca de las
potencialidades de las mujeres y se han
convertido en referentes, vigentes más allá
de su tiempo histórico-social. Basta mencionar la influencia política de Mariquita
Sánchez, Encarnación Ezcurra, Severa Villafañe, o la propia Manuela Rosas. O la
participación en las luchas del caudillo
Pancho Ramírez, de su compañera la Delfina, y la de las mujeres de las montoneras:
Victoria Romero –junto al Chacho–, de
Dolores Díaz y Martina Chapanay en las
rebeliones de Felipe Varela; o en las artes
y las letras, como la actriz Trinidad Guevara o la primera novelista argentina: Juana
Manuela Gorriti; o la decisión de Camila
O´Gorman, desafiando al poder civil y el
eclesiástico huyendo con su amado Uladislao Gutiérrez, el cura de la iglesia del
Socorro, terminando ambos trágicamente
frente a un pelotón de fusilamiento.
Mención aparte merecen aquellas mujeres que en la Gaceta Mercantil, en abril
de 1833, presentaron una lista de candidatos que recomendaban, bajo el título
“Las Porteñas Federales” y en el cual expresaban: “Compatriotas: si vuestra injusticia nos privó del derecho que el pacto
social nos condecía de tener voto activo
y aun pasivo en la elección de los ciudadanos que deben representarnos, no podrá impedirnos el que manifestemos por
medio de la prensa nuestra opinión sobre
un asunto que nos interesa tanto como a
vosotros. Felizmente, se aproxima la época
en que recobrando el bello sueño de sus
derechos primitivos, salga de una vez del
anonadamiento en que ha vivido. Nuestros nietos, o quizás nuestros hijos verán
una mitad de los asientos de la Sala de la
provincia ocupados por mujeres que darán lustre a su patria. Entonces, no serán
tachadas de entremetidas, pedantes, etc.,
las que discurran sobre asuntos de interés
público. Mientras llega esa época feliz,
contentémonos con intervenir indirectamente en los asuntos públicos. Nosotras,
pues, hemos formado después de una
madura reflexión lista de candidatos para
representantes de la provincia que recomiendan a nuestros compatriotas”.
Como igualmente debe recordarse a la
uruguaya Petrona Resende de Serra, que
en 1830, encaró en Buenos Aires una publicación –“La Aljaba”– que alcanzó 18
números, enfatizando por sobre todo, la
necesidad del acceso de la mujer a la educación.
Escritoras y poetas como Eduarda Mansilla hermana de Lucio V., Juana Manso,
con su Album de Señoritas, pianistas y
actrices, y sobre todo docentes, va generando el activismo critico en la segunda
mitad del siglo XIX, junto a las trabajadoras de oficios varios, como las empleadas
domésticas, vendedoras callejeras y las
costureras que se van sumando con voz
propia al incipiente mundo proletario de
las fabriqueras.
La huelga de las maestras de San Luis
(1881) inició una seguidilla de protestas y
paros de los talleres de costureras, las mucamas y nodrizas, las cocineras, las telefonistas, etcétera, que sufrían la explotación
salarial y las condiciones de trabajo, pero
también la desigualdad de trato frente a los
trabajadores varones en todos los órdenes.
Mujeres anarquistas, socialistas, librepensadoras, y luego las comunistas, alentaron
estas luchas y al mismo tiempo los esfuerzos
de sindicalización. No faltaron tampoco las
mujeres de la Unión Cívica.
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