me podrian ayudar a escribir una historia sobre el bullying porfavor....
Respuestas
Explicación:
La sensación de que en materia de bullying las escuelas del pasado eran más “pacíficas” que las actuales puede ser bastante engañosa. Lo que ocurre es que hasta hace pocos años este problema simplemente se ignoraba. Antiguamente la mayoría de escuelas, rígidas y autoritarias, se concentraban en la impartición de conocimientos académicos, muchas veces de forma estrictamente memorística, y apenas se daba importancia a la educación emocional o al desarrollo humano de los alumnos. Actualmente el sistema educativo está siendo muy criticado, a veces con buenos motivos, pero no olvidemos que a pesar de todos sus defectos se ha progresado muchísimo: a pocos de nosotros nos gustaría enviar a nuestros hijos e hijas a una escuela tradicional como las que existían en nuestro país en un pasado reciente.
Hasta hace pocos años, en las escuelas, tendía a considerarse que las agresiones de baja intensidad entre alumnos eran “cosas de críos” a las cuales no se debía prestar demasiada importancia. Y no faltaban “expertos” que difundían a los cuatro vientos que no se debía “sobreproteger” a los chavales, que era saludable que se “endurecieran” un poco, que “aprendiesen a defenderse” ¡Ni que la escuela fuera un ring de boxeo! En muchos lugares se toleraba un cierto grado de juego violento en el patio. O se fomentaban las “novatadas”, permitiendo que al empezar el curso los alumnos mayores sometieran a pruebas humillantes a los más pequeños para que aprendiesen quién mandaba allí… Aunque puedan parecer graciosas a primera vista, pensemos que en este ambiente cualquier alumno poco agresivo o que destacase por algún motivo evidente (discapacidad mental o física, hiperactividad, tartamudez, ser de otra clase social o grupo étnico, etc.) podía pasarlo realmente muy mal, no digamos si corría el rumor que era homosexual. Si por desgracia ello ocurría, la víctima raras veces recibía comprensión o protección por parte del sistema educativo. Además, en ciertos casos eran los mismos maestros quienes gritaban, empujaban, castigaban físicamente a los niños, o les imponían motes humillantes, proporcionando un excelente ejemplo a los compañeros de clase.
En este duro ambiente escolar podemos suponer que ocurrían muchos casos invisibles de bullying que persistían durante años sin que nadie interviniera, prolongando el sufrimiento de las víctimas. Resulta emotivo cuando en algunas ocasiones, al finalizar las charlas para familias que realizamos desde NACE, se nos acercan personas de edad avanzada que se identifican con las situaciones que exponemos y nos confiesan que la etapa más desdichada de su vida, que sufrieron en silencio, la que nunca contaron a nadie, tuvo lugar precisamente durante sus años de escuela.
Respuesta:
Esta es la historia de Gabriela Méndez, una jóven que padeció bullying durante más o menos un año, y su experiencia sobre una de las problemátcas que más preocupan en la actualidad. La historia invita a reflexionar ¿Te animás?
Estaba en segundo año de secundaria y tenía sólo 13 años cuando todo empezó. Primero fueron palabras, luego notas, insultos y luego… Golpes. Siempre fui una persona muy alegre y sonriente, pero encontrar notas en mi mesa y en mis cuadernos con un montón de obscenidades fue, poco a poco, disminuyendo mi sonrisa y mi alegría.
Para mi estar en clases era una pesadilla. Los profesores ya ni siquiera me llamaban al pasar la asistencia, sabían que yo estaba ahí, escondida. Faltaba a clases un día y era imposible conseguir los apuntes, puesto que nadie quería prestármelos.
La verdad me dolía la agresión verbal y las cosas que decían, pero siempre trate de no prestarle atención… Hasta que la agresión se volvió física. Tenía moratones en mis rodillas, mi camisa siempre estaba sucia pues me tiraban cosas encima.
Todo eso me paso a mi, y te pido una cosa. Sé siempre amable con cualquier persona introvertida, pues tu simple amabilidad le alegrará el día. Ser insultada y humillada en público es realmente doloroso.
Todo eso me afectó de tal manera que dejé de comer, estaba deprimida y me sentía en completa soledad. El no comer me causó anemia, además, ya no hablaba, ya no reía y siempre inventaba excusas para no ir a clases.
Pero una mano amiga me llevó a la luz y me iluminó con su forma de ser. Empecé a comer, a sonreír, a hablar, a verle el lado positivo a la vida. Por eso te digo: dale siempre una mano amiga a quien más lo necesite, porque puedes salvarle la vida. Ahora estoy en un nuevo colegio, han pasado 2 años y y las cosas mejoran.
Explicación:
Esperl que te sirva de mucho BUENA SUERTE