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Pues el capítulo de Eclesiastés, en sí, habla sobre el tiempo perfecto que Dios ha puesto para cada cosa y para cada persona en la tierra. Lo que quiere decir esto, es que para todo hay un tiempo, tiempo para llorar, tiempo para reír, tiempo para sembrar y tiempo para cosechar.
Absolutamente todo tiene su lado “malo”, lado difícil y doloroso, pero luego viene el lado “bueno” y el lado más fácil y provechoso en la vida.
Lo que debemos hacer es saber acoplarnos a los tiempos malos y esperar los mejores tiempos.
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