Escribe los antecedentes de la segunda guerra mundial, destacando el surgimiento del partido nacional socialista alemán, el Mein Kampf y las invasiones que llevó a cabo alemania a partir de 1938
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Después de la derrota de los alemanes en la Primera Guerra Mundial, el país quedó sumido en una crisis socioeconómica. A ello se le sumó el fin del régimen político anterior -el cual giraba en torno a la figura del Kaiser (emperador)-, que dio paso al nacimiento de una república que implementó la democracia aunque de un modo muy inestable.
Por ese motivo a lo largo y ancho de Alemania empezaron a surgir grupos de ultraderecha y de ultraizquierda que buscaban tomar el poder del país, asegurando que ellos tenían la clave para sacar al pueblo de la pobreza y el desempleo.
Así se fundó en 1919 el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (nazis), fuerza ultraderechista que buscaba derrotar a la ultraizquierda y controlar a los centristas-democráticos.
Los nazis pronto encontraron a un líder: Adolf Hitler, un joven cabo desmovilizado que, antes de la guerra, aspiraba a ser pintor. Hitler era un hombre con una gran habilidad para la oratoria, lo que lo convirtió en una figura influyente.
Guiados por Hitler, los nazis comenzaron a ganar poder y popularidad, creando una milicia propia para amedrentar a sus enemigos políticos (las SA). Gracias a ello sintieron que podían presionar al gobierno para que los incluya en puestos de mando. Por eso organizaron una suerte de golpe de Estado en la ciudad de Munich conocido como el "Putsch de Munich", que terminó con el encarcelamiento de los líderes nazis en 1923.
Mientras estaba en prisión, Hitler escribió un libro que titularía "Mi Lucha" ("Mein Kampf"), en el que resume la ideología nazi: básicamente allí acusa a una serie de grupos -principalmente a los judíos- de ser los culpables no sólo de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, sino también de la vida humillante de la pos-guerra, y sugiere que se tomen una serie de medidas para reactivar la economía y recuperar la grandeza nacional.
Al salir de la cárcel, Hitler volvió a la arena política y su movimiento creció en apoyo popular. Para 1933 los nazis ganaron las elecciones, convirtiéndose en la primera minoría parlamentaria. Desde esa posición presionaron al presidente Paul von Hindenburg para que nombrase a Hitler en el puesto de Primer Ministro o Canciller, ya que, de no hacerlo, las izquierdas podrían tomar el poder.
Una vez hecho eso, y tras la muerte de Hidenburg en 1934, los nazis se apoderaron completamente del gobierno alemán y comenzaron a perseguir a sus enemigos políticos.
Al mismo tiempo reorganizaron al Estado para que invirtiese en la creación de industrias y se preparase así para combatir una guerra de revancha en contra de las naciones que la habían derrotado en la Primera Guerra Mundial.
Con la excusa de que los nazis debían garantizar la conservación de la raza alemana, comenzaron a presionar a países vecinos en los que vivían alemanes con una intensión expansionista (querían sumar territorios, recursos naturales y gente para fortalecerse en la guerra que planificaban).
Por ese motivo hicieron campaña en Austria para que se produjese la unión de ese país con el Imperio Alemán, proceso que fue bautizado como "Anschluss". Como los austríacos no podían enfrentar bélicamente al poderío alemán, ante la amenaza de una guerra de anexión terminaron uniéndose voluntariamente al país controlado por los nazis en marzo de 1938, luego de realizado un plebiscito al que siempre se lo cuestionó por su falta de transparencia.
Unos meses después, Hitler presionó al gobierno de Checoslovaquia para que le entregase la región de los Sudetes, en donde vivían muchos alemanes desde hacía varias generaciones. Para evitar el conflicto armado, un grupo de países encabezados por Francia y el Reino Unido mediaron y terminaron cediendo ante las demandas de los nazis, por lo que Checoslovaquia fue desmembrada y ocupada por los alemanes, quienes establecieron un protectorado en el que gobernaba gente local pero afín a la ideología de ultraderecha.
El poder que había acumulado Hitler tanto dentro como fuera de Alemania sirvió para convencerlo de que era un buen momento para iniciar la guerra que sacaría a su país de la postergación y lo llevaría de nuevo a la carrera por ser la nación más poderosa del mundo, por lo que, en 1939, se ordenó la invasión de Polonia sin una excusa válida más que su deseo de expandirse hacia el Este, recuperando territorios que pertenecían a los polacos después del Tratado de Versalles (incluso, antes de la invasión, los alemanes de ultraderecha y los soviéticos de ultraizquierda habían firmado un pacto de no-agresión). Ese hecho desencadenó una protesta por parte otras potencias europeas, a las que Hitler les contestó atacándolas del mismo modo en que había atacado a los polacos.
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Nose wey
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