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Respuesta:
El cultivo en invernadero requiere del conocimiento y empleo de diferentes técnicas de
climatización para hacer viable la producción a lo largo del año. El estudio de los balances de
radiación solar y energía, la dinámica de los fluidos y la temperatura de las plantas ofrece una
base firme para la toma de decisiones para el diseño y manejo de estas estructuras productivas.
La radiación solar es el principal factor determinante del microclima de un cultivo,
condicionando la temperatura del aire y del suelo, el viento, la evapotranspiración y la
fotosíntesis. El balance de energía permite la comprensión del sistema y otorga fundamentos para
el análisis ante cualquier situación. Indica de qué manera las plantas y el suelo utilizan y
distribuyen la radiación neta para el calentamiento del aire, la evapotranspiración y el
calentamiento del suelo.
Existen múltiples técnicas para el control del microclima en invernaderos y pueden agruparse
como técnicas de calefacción, de enfriamiento y de ahorro energético. El uso de invernaderos
avanzó enormemente en regiones de climas tropicales y subtropicales. Se analizaron algunas
pautas de diseño, estructura, manejo y climatización necesarias para adaptarlos a la producción
intensiva en el norte argentino, haciéndose énfasis en aquellas que sean reproducibles
especialmente en el este de Formosa, según las características que toma el sector productivo
hortícola en dicha provincia. Se propone un invernadero con las siguientes características:
estructura en madera o palma; orientación noroeste-sureste; altura superior a 4,5 m; anchura
máxima de 7 m (14 m para el caso de dos naves acopladas); techos simétricos de doble vertiente
o con abertura cenital; ángulos de inclinación entre 25-35°; climatización mediante ventilación
natural, sombreo con malla en el exterior de la estructura, móvil y separada del techo unos 10-15
cm, utilización de plásticos fríos (o NIR) para la cubierta del mismo.