¿En que se parece un discurso de un político y un discurso de un locutor de radio? ¿En que son diferentes los dos discursos
Respuestas
Respuesta:
Nuestra indagación parte de un supuesto inicial: los discursos no tienen
un único autor, una fuente unívoca, plana y homogénea, sino que su sentido
procede de la superposición de distintas voces que allí se ponen en escena.
Como es sabido, en su Teoría Polifónica de la Enunciación (TPE), Ducrot
se propone impugnar la hipótesis de la unicidad del sujeto hablante, y para
ello identifica diversos tipos de personajes ―con distintos estatutos― que
dan cuenta de la fuente de la enunciación según el enunciado. Según la
TPE, en la situación enunciativa se ponen en escena, como en una representación teatral, una serie de personajes cuyas voces y puntos de vista
aparecen en distintas capas y niveles: por un lado el Locutor (L, el “locutor
en tanto tal”), fuente de la enunciación y responsable del enunciado (y no
necesariamente identificable con el sujeto empírico); por otro, el locutor
como “ser del mundo” (λ) [être du monde]
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, origen del enunciado y objeto de
su enunciación; finalmente, el o los enunciadores que dan cuenta de los
distintos puntos de vista presentados en el enunciado.
En ese modelo, el ethos está atado a la instancia discursiva de L, y no refiere
a las afirmaciones que este emite sobre sí mismo sino a “la apariencia que
le confieren la cadencia, la calidez o severidad de la entonación, la elección
de las palabras, de los argumentos” (Ducrot 1984, 201). De este modo, el
locutor se muestra, en su compromiso enunciativo, como “investido” de
determinados atributos que hacen “aceptable o rechazable su enunciación.
Aquello que el orador podría decir de sí mismo, en tanto objeto de la enunciación, remite, por el contrario […] al ser del mundo” (Ducrot 1984, 201).
En cuanto a la figura de λ, Ducrot señala que “es una persona ‘completa’
que posee, entre otras propiedades, la de ser el origen del enunciado” y
agrega: “de manera general, el ser que designa el pronombre ‘yo’ es siempre λ, aun si la identidad de ese λ solo es accesible a través de su aparición
como L” (Ducrot 1984, 200). En las breves referencias a la figura de λ que
Explicación: