¿Cuál es la relación o relaciones que existe entre la filosofía de Tomas de Aquino y Aristóteles?
Respuestas
Respuesta:
El presente estudio indaga la posición de Tomás de Aquino sobre la relación entre filosofía y teología sagrada o sacra doctrina, tal como ha sido expuesta en la Prima Pars, q. 1, a. 1, de la Suma de Teología. Esta distinción busca fijar los límites entre ambas disciplinas a partir de su relación con la antropología, en la medida en que el Aquinate comprende la filosofía como esencialmente natural y racional, y la sacra doctrina como aquella ciencia cuyo fundamento es la gratuidad de la fe.
Respuesta:
Lo mismo que la política fue pensada filosóficamente por Maquiavelo, otros se
dedicaron a la reflexión sobre las nuevas perspectivas cósmicas y materialistas
que abría la nueva ciencia. A veces, esas reflexiones tenían más de imaginación
poética que de método científico, como en el caso de Giordano Bruno, nacido en
Nola. Eran tiempos en que las fronteras entre la magia y el conocimiento
experimental, la observación de lo real y el vuelo fantástico que se pasea por el
Universo inmenso estaban todavía poco claras. Bruno tenía interés en todos esos
campos y se movía con fulgor y cierta arbitrariedad a través de ellos. Consideraba
meras supersticiones las creencias religiosas, con sus milagros y resurrecciones,
aunque les concedía algún valor —muy relativo — de orientación moral. Creía en
un Dios pero al que identificaba con la naturaleza y sentía el entusiasmo vital del
hombre enfrentado ante las posibilidades infinitas del Universo, semejante por
tanto al propio Dios en su aspiración a lo ilimitado. Como otros pensadores del
pasado, padeciócárcel y persecución por sus ideas. Finalmente vino a caer por
la traición de un falso protector en manos de la Inquisición, en Roma. Tras un
largo encierro, en el que se negó a renegar de sus doctrinas — que apreciaba
tanto como su vida misma y por las que estaba dispuesto a arriesgarla—, terminó
quemado vivo en el Campo dei Fiori, donde una estatua severa y oscura
conmemora hoy su martirio.
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Bruno consideró dañinos para el conocimiento a los seguidores acríticos de
Aristóteles, que pretendían conocer la naturaleza de antemano y basándose sólo
en los razonamientos, ya remotos en el tiempo, de su maestro. Y también fue
decididamente antiaristotélico Francis Bacon, un pensador inglés al que se le
considera padre del método científico. Ciertas personas pueden ser muy
interesantes en el terreno de la filosofía, pero en cambio tener una moralidad
dudosa (me refiero a los modernos, porque los antiguos —como Sócrates o
Séneca— pensaban de otro modo). Bacon no sólo se dedicó a la reflexión
filosófica sino también a la política, y llegóa ostentar el cargo de Lord Canciller
de Inglaterra, algo asícomo Primer Ministro. Sin embargo perdiósu puesto por
acusaciones de corrupción, parece que bien fundadas, y hasta pasó una
temporada en la cárcel: también fue moderno en esto.
Bacon sostenía que la aplicación mecánica de la lógica aristotélica y su intento
de anticiparse a la naturaleza para determinar cómo funciona pero sin observarla
realmente funcionar puede hacer que uno gane una disputa verbal pero no que
aumente realmente la ciencia ni nuestro control de los hechos naturales. La única
forma de llegar a dominar la naturaleza (y eso es lo que, según Bacon, desea el
hombre) sólo se consigue observándola y obedeciéndola. Es preciso estudiar lo
que sucede, anotar los resultados y hacer experimentos para reforzar las
observaciones realizadas: a partir de esa base pueden obtenerse
interpretaciones acertadas científicamente. En el verdadero conocimiento no
valen la magia ni la invocación a sabios del pasado, sino la experiencia y la
paciente constatación de lo que ocurre en el mundo. A su modo, también Sir
Francis Bacon fue mártir de sus ideas, porque murióa causa de un enfriamiento
contraído cuando hacía pruebas llenando de nieve unas cuantas aves muertas
para comprobar si asíse retrasaba su putrefacción.
Bacon denunció que la mayoría de los humanos permanecen en la ignorancia
porque adoran a determinados ídolos, es decir, falsas opiniones generalmente
aceptadas. Hay ídolos de la tribu, compartidos por todos los humanos, y otros
específicos de ciertos individuos y ciertas culturas. Entre ellos destaca el propio
lenguaje, porque está lleno de palabras como «fortuna», «primer motor»,
«elemento del fuego» y otras semejantes, que son residuo de teorías falsas pero
que no se discuten. Otras palabras, como «húmedo», se refieren a cosas
verdaderas pero imprecisas y ambiguas, que pueden ser tomadas en muchos
sentidos contradictorios. Otros ídolos, que Bacon llama «del teatro», provienen
de las convenciones sociales y de doctrinas antiguas que está mal visto
contradecir. Si queremos asegurar nuestra ciencia, es preciso librarnos de todos
los ídolos sociales y personales para dedicarnos de lleno al estudio sin prejuicios
de la naturaleza. Aunque en la obra de Francis Bacon estas ideas están sólo
esbozadas y él mismo no estaba aún libre de muchos prejuicios, ya podemos
percibir en sus escritos la voz de la ciencia moderna: y también la determinación
de poner el conocimiento al servicio de los objetivos y las ambiciones de los
hombres, renunciando a la mera contemplación desinteresada del Universo.