• Asignatura: Castellano
  • Autor: lindararu204
  • hace 7 años

Poco después se encontró Tom con el paria infantil de aquellos contornos, Huckleberry Finn, hijo del
borracho del pueblo. Huckleberry era cordialmente aborrecido y temido por todas las madres,
porque era holgazán, y desobediente, y ordinario, y malo..., y porque los hijos de todas ellas lo
admiraban tanto y se deleitaban en su velada compañía y sentían no atreverse a ser como él. Tom se
parecía a todos los muchachos decentes en que envidiaba a Huckleberry su no disimulada condición
de abandonado y en que había recibido órdenes terminantes de no jugar con él. Por eso jugaba con
él en cuanto tenía ocasión. Huckleberry andaba siempre vestido con los desechos de gente adulta, y
su ropa parecía estar en una perenne floración de jirones, toda llena de flecos y colgajos. El sombrero
era una vasta ruina con media ala de menos; la chaqueta, cuando la tenía, le llegaba cerca de los
talones; un solo tirante le sujetaba los calzones, cuyo fondillo le colgaba muy abajo, como una bolsa
vacía, y eran tan largos que sus bordes deshilachados se arrastraban por el barro cuando no se los
remangaba. Huckleberry iba y venía según su santa voluntad. Dormía en los quicios de las puertas en
el buen tiempo, y si llovía, en bocoyes vacíos; no tenía que ir a la escuela o a la iglesia y no reconocía
amo ni señor ni tenía que obedecer a nadie; podía ir a nadar o de pesca cuando le venía la gana y
estarse todo el tiempo que se le antojaba; nadie le impedía andar a cachetes; podía trasnochar cuanto
quería; era el primero en ir descalzo en primavera y el último en ponerse zapatos en otoño; no tenía
que lavarse nunca ni ponerse ropa limpia; sabía jurar prodigiosamente. En una palabra: todo lo que
hace la vida apetecible y deleitosa lo tenía aquel muchacho. Así lo pensaban todos los chicos,
acosados, cohibidos, decentes, de San Petersburgo. Tom saludó al romántico proscrito.
— ¡Hola, Huckleberry! — ¡Hola, tú! Mira a ver si te gusta. — ¿Qué es lo que tienes? — Un gato muerto.
— Déjame verlo, Huck. ¡Mira qué tieso está! ¿Dónde lo encontraste? — Se lo cambié a un chico. —
¿Qué diste por él? — Un vale azul y una vejiga que me dieron en el matadero. — ¿Y de dónde sacaste
el vale azul? — Se lo cambié a Ben Rogers hace dos semanas por un bastón. Dime: ¿para qué sirven
los gatos muertos, Huck? ¿Servir? Para curar verrugas.

Mark Twain.

1. A continuación, haz una descripción de los personajes de la narración, el tiempo y espacio en
el que sucedió, la clase de narrador que intervino.


masle12: gracias por tu ayuda

Respuestas

Respuesta dada por: novanoyapr
0

Respuesta:

queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

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