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Imagina que vas caminando por el bosque, en apenas unas décimas de segundo escuchas un ruido y distingues una sombra detrás de unas ramas. Antes siquiera de comprender que se trata de un oso, tu cerebro ya ha desatado una respuesta masiva por su cuenta. Un pequeño órgano con forma de almendra, conocido comoamígdala, centraliza todo el proceso que ahora empiezan a desentrañar los científicos.
Por lo que sabemos hasta ahora, la amígdala es una especie de botón de emergencia de nuestro cerebro. Si nos acecha un peligro inminente, este núcleo activa una señal que reenvía inmediatamente al resto del cuerpo. En ocasiones, como nos cuenta el catedrático de Psicobiología de la UAM Luis Carretié, el sistema es capaz incluso de activar la respuesta antes de que seamos conscientes del peligro. "En algunos experimentos", explica, "se presentan estímulos subliminales y la amígdala dispara respuestas fisiológicas como la sudoración en las manos, sin que el sujeto sea consciente de lo que le está asustando".
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