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EL CUENTO DE LA NEURONA RAMONA
Érase una vez una neurona. La neurona Ramona
La neurona Ramona vivía en una confortable casita en la punta del dedo índice de una mano derecha cualquiera.
Desde muy pequeñita sus papas la habían llevado a la guardería para que aprendiese a pintar, a dibujar, a leer y a escribir. Y allí, después de unos días de andar perdida por el nuevo colegio, yendo de un lado para otro, conoció a sus dos inseparables amigas, la neurona Jacinta y la neurona Nicolasa.
Desde ese día en que se conocieron jugando en el patio del colegio no se han separado ni un momento, y ahora que ya son mayores y han encontrado trabajo, las tres trabajan también en lo mismo.
El trabajo de la neurona Ramona es muy sencillo, lleva un teléfono móvil en el bolsillo y cuando recibe una llamada de su amiga, la neurona Jacinta, únicamente tiene que llamar a su otra amiga, la neurona Nicolasa y decirle: “NICOLASA, ¡QUE ESTO ABRASA!”.
Así, pasaban los días, pasaban los meses, pasaban los años y la neurona Ramona era feliz jugando con sus amigas y disfrutando de la vida. Su única preocupación era tener cargado el móvil para que cuando la llame Jacinta ella pueda llamar a su otra amiga y decirle: “NICOLASA, ¡QUE ESTO ABRASA!
Un día, la neurona Ramona se levanto de la cama, se miro al espejo y comenzó a pensar que su trabajo era un rollo y que quería ser tan importante como el cerebro, que tenía grandes ideas, como el corazón, que llevaba la vida a todo el cuerpo, como el estomago, que alimentaba a todos, o como los pulmones que traían aire fresco a todos los rincones...
Pero ella, ¿que hacia de importante? únicamente repetir una frase sin sentido: “NICOLASA, ¡QUE ESTO ABRASA! Que tontería.
Así que decidió desconectar su móvil y tomarse unas vacaciones. Seguro que nadie la echaría de menos. Cogio sus maletas y se subió hasta un ojo, desde allí lo vería todo mejor y podría disfrutar más del sol.
Un día estaba allí tumbada bajo la sombrilla cuando empezó a tener calor, mucho calor, demasiado calor... Se asomo por encima de la pestaña y vio un gran llama cerca de la mano derecha donde estaba su casita. ¡Que horror! la llama se acercaba peligrosamente a los dedos pero la mano no se retiraba. ¿Pero por que no se retiraba?, ¿a que estaba esperando? si no se retiraba pronto el fuego quemaría la mano... y su linda casita.
Inmediatamente cogio su móvil, lo encendió y vio que tenía 500 llamadas perdidas de su amiga la neurona Jacinta, y entonces se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo, la estaban esperando a ella. Rápidamente marco el teléfono de su otra amiga y le dijo a grito pelado:”NICOLASA, ¡QUE ESTO ABRASA!”.
Nicolasa escucho el mensaje y paso la voz al resto de las neuronas. La mano se retiro del fuego y la casita de Ramona pudo salvarse de las llamas. ¡Que susto!
Desde ese momento, la neurona Ramona, volvió a su trabajo orgullosa por haber sido ella la que impidió el fuego. Sin su necesaria labor, los importantes cerebro, corazón, estomago y pulmones, no podrían haber evitado achicharrarse.
Y volvió a ser feliz y a disfrutar de su confortable casita en la punta del dedo índice de una mano derecha cualquiera.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
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