Alguien me resume este texto plis:
El cliente no siempre tiene la razón: Cansado estoy de oír que cada vez es más difícil encontrar
dependientes que te atiendan correctamente, pero ¿hemos pensado también alguna vez si los clientes
tratan bien a los dependientes? Escudarse en un “perdón, una pregunta” da pie para interrumpir
cualquier tarea que estés realizando, que el precio que das no sea el pensado sirva para faltarte y
tratarte de ladrón o loco.
Que el plazo de entrega no sea inmediato o el deseado sirva para increparte y decirte que els
soluciones el problema; que haya cola y tengan que esperar sirva para ironizar sobre tu
profesionalidad diciendo “no te estresarás”, “cuidado no te hernies”.
Todo esto y mucho más es el día de muchos dependientes como yo, que sólo tratamos de hacer bien
nuestro trabajo y que, por desgracia, cada vez nos lo ponen más difícil.
Respuestas
Respuesta:
La frase “El cliente siempre tiene la razón” es atribuida a Harry Gordon Selfridge, fundador de la tienda por departamentos Selfridge en Londres en 1909; utilizada comúnmente para convencer a los clientes del buen servicio y además convencer a los empleados de prestar un buen servicio. Sin embargo, por la salud financiera del negocio y la salud mental de los empleados, es momento de abandonar esta nociva creencia. Ya lleva más de cien años y cumplió su misión. Despidámosla con amor y algo de nostalgia, pero por favor despidámosla. Porque además, recuerde, sólo hay algo peor que no tener clientes, y es tener malos clientes.
Incluso la variación, “El cliente no siempre tiene la razón, pero siempre será el cliente” también es imprecisa. Si un cliente no es bueno para el negocio, simplemente no es o no debería ser un cliente. Punto. La afirmación más bien debería ser, “El cliente correcto, siempre tiene la razón”. El cliente correcto es esa maravillosa media naranja que aprecia sus beneficios y para el cual su negocio está diseñado. Frente a este tipo de clientes, haga todos los esfuerzos por exceder sus expectativas; con los demás, simplemente agradézcales y déjelos ir. Puede hacerlo con el gentil estilo de Yoda en Star Wars, «Querido cliente… ¡Que la fuerza te acompañe!». Por amor a Dios, y en serio, de una vez por todas, acepte que no todo el que se aparece en su puerta es un cliente potencial. Es lo mejor para el negocio, para sus empleados; y por sorprendente que parezca, es lo mejor para los mismos clientes. Agradecerán no tener que estar expuestos a su lado oscuro. De verdad.
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