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Amaneció y era un día soleado, Salomé una niña de 5 años, rubia de ojos claros, se puso su traje de baño color fucsia y sus sandalias azules; preparó su bolso donde tenía el bloqueador, las gafas acuáticas, un vestido de flores y la toalla, y salió con su abuela de paseo a la playa.
Mientras decidían en qué lugar situarse vieron un hombre alto, de aspecto caribeño; que vendía flotadores de muchas figuras, desde patos hasta ballenas. Salomé muy entusiasmada y pidió a su abuela que le comprara uno para meterse al mar que estaba cristalino y hermoso como nunca.
Fue un día en el que no solo disfrutaron de la grandeza del mar, sino también de la belleza del paisaje, las palmeras llenas de cocos, la suavidad de la playa, llena de caracoles traídos por el oleaje del mar, la brisa fresca, la comida deliciosa, los castillos de arena y la compañía de la una a la otra.
Caía la tarde, vieron cómo se ocultaba el sol, mientras tomaban un refresco helado y satisfechas volvieron al hotel para descansar de lo que fue este maravilloso día en la playa.
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