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Respuesta:
esto fue lo que encontré espero que te ayude ;)
Explicación:
a familia salesiana nace del corazón de don Bosco, pero ¿por qué somos Salesianos y no Bosquianos?… no te dejaré sin respuesta. Don Bosco buscaba presentar siempre a sus muchachos pobres, los cuales eran muchos, modelos que ellos pudieran imitar, personas santas, con grandes virtudes, que en su vida hubiesen hecho esfuerzos para llegar a ser grandes hombres de Dios. Y don Bosco vio en San Francisco de Sales ese modelo. Fue un gran hombre que abrió su corazón a Dios para aceptar y cumplir su voluntad. Te diré un secreto sobre Francisco de Sales. Su mamá decía: “Si con mis hijos tuviera que hacer una ensalada, Francisco sería el vinagre” , entonces Francisco se propuso cambiar su carácter y hoy es san Francisco de Sales. Pero no todo llega hasta allí, hoy la iglesia lo reconoce como “El santo de la dulzura y de la amabilidad” ¿Sabes cuánto tiempo duró este proceso?…18 años. Tenemos chance aún ¿conoces alguna persona que necesita cambiar hasta convertirse en alguien amable?
Es importante tomar consciencia que todos podemos transformar aspectos de nuestra vida cuando nos damos cuenta que nuestra manera de ser no nos beneficia a nosotros y menos aún, a todos aquellos con quienes compartimos a diario. Don Bosco, a través de San Francisco de Sales nos invita a convertirnos en personas amables, agradables, asertivas en un mundo que muchas veces se presenta agresivo y necesitado de amor. “No con golpes sino con amabilidad y dulzura” podemos entrar en el corazón de nuestros jóvenes.
Bueno, te he regalado mi primera píldora de salesianidad. Te invito a que me acompañes en este espacio y que juntos hagamos caminos para seguir construyendo un mundo lleno de vida y de esperanza para nuestros jóvenes.
Padre Jesús Aníbal Bello, salesiano
Respuesta:
"Porque yo no hablo por mi propia cuenta; el Padre que me envió me encargó lo que debo decir y cómo decirlo. Por mi padre yo sé que su mensaje es vida eterna. Por eso tengo que hablar y lo enseño tal como me to dijo mi Padre" (Jn 12, 49‑50).
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