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Robert Dainton es un hombrel experimenta do en archivos policiales. Este profesor de Princenton, de 54 años, fue reportero de sucesos de The New York Times. Informaba de crímenes en el área de Nueva York y Newark. Especialista en filosofia de la Ilustración, ha recurrido a archivos policiales franceses de hace dos siglos para conocer, a través de confidentes, paradójicamente, lo que se leía clandestinamente. Su investigación ha revelado que entre los éxitos de ventas de la clandestinidad figuraba la vida sexual de Luis XV que un lector, incurriendo en ilegalidad, leía a grupos de personas. "La historia de cama del rey muestra cómo el poder operaba en la época previa a la Revolución Francesa" dice Darnton a este periódico.
"Gracias a este hermoso archivo policial -hermoso para los historiadores- sabemos lo que pasaba en la calle en los años previos al estallido revolucionario", añade el profesor. En su calidad de experto que se mueve dentro de la historia de las mentalidades, Darnton participó ayer en el congreso sobre La historia a debate, que se celebra en Santiago de Compostela. "No pretendo minimizar la importancia de personajes como Voltaire o Rousseau, pero intento mostrar la importancia de los medios de comunicación orales", dice. Hay que tener en cuenta, agrega, que 11 el 80% de la población francesa era en el siglo XVIII analfabeta, y lo que influía era más el rumor o la narración que los libros por ellos mismos".Kilómetros de escritos
Darinton ha localizado 500 informes policiales -"kilómetros de escritos de confidentes del aparato represivo francés"- sobre lectores de libelos y obras prohibidas. En la relación de este índice absolutista figuran obras de Voltaire, La doncella de Orleans, la historia filosófica de Raynal, pero también el sugestivo título Las anécdotas sobre madame la condesa de Barry, las célebres memorias de Luis XV, o también el folleto impreso por Claude Morlot titulado La custodia de la cama de la reina. Este libelo empieza con una descarada declaración sobre el cardenal Mazarino y la reina Ana de Austria, en la que con toda dureza se afirma: "Ciudadanos, no lo dudéis, es verdad que se la folla".
Dairriton ha hecho una selección de estos textos y los ha traducido al inglés. "Le prometo que mis alumnos disfrutan más leyendo la vida sexual de Luis XV que a Rousseau", afirma riendo. "No pretendo dejar fuera los grandes libros de los ilustrados, pero quiero contar lo que pasa en la calle" agrega. "Ahora he publicado Edición y sedición, donde cuento los best seller y las condiciones de publicación de las obras prohibidas", subraya. Todo lo que se publicaba tenía permiso real; por tanto, estos libelos debían imprimirse en el exterior -ya que el gremio de imprenta estaba controlado-, los textos llegaban a Francia tras múltiples peripecias, manifiesta. Dairnton ha reproducido todas estas historias y ha sacado a la luz lo que irónicamente denomina "magnífica literatura basura", que ahora pasa a sus alumnos para que "perciban el aroma del siglo XVIII francés".
El profesor de Princenton no cuenta con libros publicados en España. Sin embargo, hay un texto llamado La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia cultural francesa, publicado en 1987 en México por el ondo de Cultura Económica, en el que en uno de los episodios relata cómo un grupo de obreros se venga de su patrón. El escenario es un taller de imprenta de la Rue Saint Severin, y el objeto en el que se descarga el odio es una veintena de miserables gatos.
La lucha de clases asoma su nariz a través de la crueldad con los animales. "Hacer historia de calle no es ideología burguesa", sostiene el profesor de Princenton, quien lamenta que se desprecie en la actualidad la historiografí marxista.
"La Revolución Francesa", dice Darnton, "ha estado siempre dominada por los marxistas; a los norteamericanos nos consideraban niños en este terreno. Ahora la historia social ya no vende, y es una lástima; quizá seamos los infantiles norteamericanos quienes tengamos que preservar algo de la historiografí marxista", subraya riendo.
"Después de terminada la guerra fría hay más marxistas en Estados Unidos que en Europa, incluyendo Rusia", dice Darnton, y lamenta iniciativas como las del Centro Raymond Aron, que son claramente contrarias a la historiografí marxista, y que han intentado demostrar que el discurso político determina los acontecimientos. "Lo que deben hacer estas personas es acudir a la calle", es la respuesta de Darnton. Y concluye: "Porque la revolución no la hicieron los abogados, sino el pueblo".