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SACALE UN RESUMEN
Son muchas las personas que viven atrapadas en un sistema familiar que las controla, las dirige y las llena de insatisfacción.
Antes sólo se pensaba que una buena calidad de vida familiar debía lograrse a cualquier precio, incluso cuando eso generase resultados negativos. Por esta razón, podemos observar que en los últimos años se encuentran distintas formas de familia, desde madres solteras o parejas homosexuales que han logrado conseguir su felicidad sin tantos prejuicios.
Los modelos familiares se han ido configurando, prácticamente en todas las culturas, como una estructura crucial en la transmisión de la sabiduría del pueblo. Históricamente podemos observar el comportamiento de las familias en las distintas culturas en la configuración de sus propios modelos familiares, estableciendo los límites entre lo deseable y lo prohibido. Cada familia descubre realidades diversas que enriquecen y flexibilizan su concepción familiar sin generar disrupciones.
Los modelos divergentes se aceptan con dificultad, cuando no se rechazan explícitamente, apareciendo argumentos en contra de un patrón cultural que acusan de antinatural por el simple hecho de situarse más allá de los limites establecidos.
Modelos y pautas de comportamiento familiar en algunas culturas llegan a desarrollarse con normalidad y son completamente aceptadas, mientras que en otras resultan completamente inadmisibles hasta el punto de ser intolerables. En la época moderna, la sociedad establece un ideal familiar exclusivamente basado en la pareja heterosexual, con dos hijos, y que permanece estable y fiel hasta que la muerte los separe.
El concepto de influencia no implica una causalidad determinista lineal y directa, sino que admite meditaciones y rechazos, es decir, implica no un objeto, sino un objeto receptor, situado en un contexto histórico, cultural y sociológicamente activo. El concepto de influencia de la televisión incluye que ella proponga o permita una socialización explicita, e implícita, directa e indirecta, a través de muchas formas televisivas y no sólo programas.
Según Valerio Fuenzalida (1997), el concepto efecto de la TV, no es solamente el resultado de una transferencia acrítica de términos tomados de la física decimonónica, sino que más ampliamente refleja el pánico cultural ante la introducción del nuevo medio televisivo. Algunos estudios cualitativos que muestra el autor, realizados entre niños y jóvenes, muestran una nueva generación post televisiva, que ha crecido ya en un hábitat donde se integra el lenguaje televisivo y la programa- ción como parte del escenario normal de la vida; los jóvenes y niños ven, por ejemplo, los video clips musicales de modo diferente a los adultos; mientras estos buscan un significado narrativo, aquellos se satisfacen con la percepción de las formas visuales y sonoras: un fenómeno similar acontece con la publicidad, la cual es pervivida como un clip lúdico. El pánico ante la TV es también, entonces, una desmesurada percepción de una generación mayor desestructurada e incapaz de integrar la TV.
El pánico cultural ante la TV ha sido el ambiente generador de la hipótesis acerca de la supuesta socialización infantil hacia la violencia, conceptualizada habitualmente como “efecto de la representación de violencia en programas de TV”. Mirar televisión no se puede considerar una actividad de significación o importancia equivalente para todas las personas; es posible advertir diferencias de atención y comprensión entre las respuestas de los televidentes a un mismo material.
Collado Gimeno Adelina (1999) cita a Bausinger, quien en su estudio sostiene que oprimir el botón de encendido no significa “me gustaría mirar esto”, sino más bien “no quiero ver ni oír nada”. También se da el caso contrario en el que el padre se va a su dormitorio mientras la madre se sienta en la sala junto al hijo a ver el programa de TV que alguno escoja.
En este contexto surgen algunos interrogantes: ¿qué es un modelo familiar?, ¿a qué se le llama modelo tradicional?, ¿existe un solo modelo o hay muchos? Según la definición de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Organización de Naciones Unidas, 1948), es “el elemento natural, universal y fundamental de la sociedad, y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”.
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