necesito un trabajo
500 palabras de una carta a un preso
doy 50 puntos por fa seria
Respuestas
Respuesta:
no se si es lo que buscas pero bueno ah y me he paso me he emocionado demasiado demasiado :V
Explicación:
El día en que jueces y fiscales te señalaron con el dedo tuerto, nos ardió impaciente la indignación. O la náusea de la injusticia. Desde que los altos tribunales se sientan a cenar en la mesa de los poderosos, son malos tiempos para la justicia. Como diría Rosa de Luxemburgo, la justicia es servil con los tiburones y cruel con las sardinas.
Hace poco se cumplieron cuatro meses desde que te despojaron de uno de los bienes más preciados (la libertad) y te vaciaron el alma de oxígeno. Han sido cuatro meses de suplicio, castigo y venganza. Cuatro meses de memoria de una sinrazón, lejos de tus afectos y tu tierra. Cuatro meses con sabor a lágrimas del opaco cemento de una cárcel impenetrable. Como si tuviéramos una astilla clavada, desde entonces, nos falta el aire.
Tu ausencia amarga, tu lejanía de muros, nos quema. Tener que escribirte duele. Pero, como cualquier carta a un preso, hacerlo es un mensaje de futuro. Una hoguera en medio de la noche helada. Se alimenta de soledades, de distancias, pero se construye con puentes de esperanzas.
Con esta carta quiero insuflarte ánimos. Recordarte lo que has sido y siegues siendo para todos los que te extrañamos. Con tu empeño insomne por abrir camino, fuiste (y sigues siendo) un referente de coraje y dignidad. Siendo como eres un militante pacifista dispuesto siempre a extender la mano al prójimo, incluso a quienes solo ofrecen autoritarismo y ruindad, duele que te asocien arbitrariamente con la violencia. Sacrificando tu tiempo libre y de forma desinteresada, te has dejado la piel en lograr una sociedad más libre. Sabías que el camino no era fácil. Los sueños colectivos nunca lo son. Requieren de gente movilizada, ilusionada y dispuesta a sacrificarse. Son procesos largos llenos de espinas. Y más en una democracia imperfecta como la nuestra. No por casualidad, a diferencia del resto de Europa, aquí el fascismo nunca fue derrotado y el poder se construyó sobre sus cimientos. Las togas de quienes ocupan la cúspide judicial no están, por esa razón, limpias. El polvo del franquismo las ensucia. Lo sabes tú bien. Y lo recordábamos hace poco en unas jornadas contra la impunidad franquista celebradas en la Modelo, donde sentimos tu ausencia muy presente.
Vivimos tiempos difíciles, donde la polarización se extiende como una mancha cancerígena. Ahora más que nunca, resulta imprescindible recoser complicidades entre unos y otros; poner en valor lo que nos une por encima de lo que nos separa. En esa tarea urgente, figuras como la tuya son un faro en la niebla. Frente a la actual deriva autoritaria, hay que rescatar el espíritu unitario de la Asamblea de Cataluña de los 70. O la filosofía que latía detrás del lema “un solo pueblo” - catalanes de linaje y nuevos catalanes- del viejo dirigente del PSUC, Josep Benet. Te lo había oído gritar a los cuatro vientos con voz solemne de los grandes momentos: ¡somos un país mestizo! Hay que ver el fenómeno migratorio, no a partir de su grado de integración, sino como una nueva realidad construyendo una patria común con identidades y orígenes múltiples. Gente nacida aquí y gente venida de Murcia en los años 30; de Andalucía, Extremadura o Galicia en los años 60. Gente que se encontró un entorno en condiciones muy duras, sin servicios ni transporte público. Y con un esfuerzo inmenso, anónimo y silencioso, levantó nuestras ciudades desde abajo. Muchos de ellos, vecinos del extrarradio gris, la “Internacional de los bloques” evocada por tu apreciado Pérez Andújar. Siempre te identificaste con esa gente humilde y sencilla que, como tu madre, emigraron persiguiendo un futuro mejor. Eras incapaz de pensarte separadamente de sus reivindicaciones o pulsaciones vitales. De quienes llegaron, pero también de quienes se quedaron en sus tierras. Apelabas a menudo a la fraternidad y al anhelo de emancipación de las clases populares del resto de territorios ibéricos. Algo se ha torcido o no se habrá hecho bien cuando no pocos de ellos, lejos de sentirse interpelados por personas como tú, se han sentido amenazados en su identidad. Y envolviéndose entre banderas, han entregado su voto a un nacionalismo de extrema derecha. Ya lo hablaremos cuando recuperéis la libertad, pero seguro que lo que ha pasado te duele ahora en el alma, tú que eres un internacionalista obstinado en trascender filiaciones y fronteras. También te dolía ver cómo otros nacionalistas utilizaban la unidad patriótica para diluir luchas sociales y ocultar sus miserias. O el discurso contra un “Madrid” al que injustamente reducían a una de las dos Españas, olvidando que también es la ciudad mestiza, del orgullo gay, del 15-M o del “no pasarán”.