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En los últimos días, los venezolanos hemos sido testigos de uno de los mayores retrocesos en el Producto Interno Bruto, principal indicador de la riqueza de un país, en nuestra historia económica reciente. Es menester explicar un poco el significado de este indicador y qué representa para nuestros bolsillos tan vertiginosa caída. El Producto Interno Bruto (PIB) es el valor total de la producción corriente de bienes y servicios finales dentro del territorio nacional durante un cierto período de tiempo, el cual es, por lo general, un trimestre o un año.
Las últimas estadísticas del Banco Central de Venezuela (BCV) indican que el PIB decreció 9,9% en el segundo trimestre y 7,1% en el primer semestre de este año. Esta reducción del 9,9% del PIB en el II trimestre del 2002 es la mayor registrada por el BCV desde que se llevan registros trimestrales a partir de 1994. A tan desastrosos resultados de política económica, debemos agregar que la caída en los primeros tres meses de este año alcanzó el 4,1%.
El Gobierno Nacional espera lograr una recuperación de la actividad económica en los próximos meses, de forma tal que el crecimiento del PIB en el 2002 no sea negativo. Para cumplir con esta meta el Ejecutivo espera reactivar el aparato productivo nacional con un fuerte programa de compras públicas. Sin embargo, todo parece indicar que el PIB cerrará el 2002 con una fuerte contracción, que muchos estiman entre el 5% y el 6%. Adicionalmente, si consideramos que la Asamblea Nacional acaba de aprobar sendas reformas del IVA y el IDB que generarán con seguridad una reducción del ingreso personal disponible y, por ende, del consumo, parece que la situación del segundo semestre no será muy diferente a la del primero, especialmente porque el escenario político del país es cada vez más complicado.
Por otra parte, una de las características del plan nacional de compras públicas para reactivar la manufactura local es que el 70% de los pagos se realizarán con bonos de la deuda pública con vencimientos entre el 2004 y el 2006. Tan sólo un 30% de dichas compras se cancelarán en efectivo. Esto, por supuesto, representa un serio obstáculo para que la empresa privada participe masivamente en este plan de reactivación, ya que afrontaría serios problemas de flujo de caja para cancelar sus compromisos con proveedores y trabajadores al recibir apenas un 30% en efectivo y el resto en deuda pública que cada vez es más difícil colocar en el mercado secundario de valores.
Ahora bien, lo más delicado de este panorama, es que cualquier caída del PIB representa una disminución en la capacidad económica de los venezolanos. En pocas palabras, cada vez somos más pobres. Pero aún más grave es recuperar estas abruptas contracciones de la economía, por su alto costo en tiempo y recursos. Ilustremos lo anterior con un ejemplo. Si el PIB cae 8% en un año, se requiere crecer al 3% durante tres años seguidos tan sólo para volver a la situación original. Lo cual no es del todo exacto, porque habría que descontar el efecto del crecimiento poblacional. Es decir, solamente para mantener constante el nivel de riqueza per cápita, es necesario crecer a la misma tasa que crece la población, la cual es aproximadamente 2% anual. Entonces tendríamos que crecer 5% anual por tres años sólo para recuperar el PIB per cápita previo. Sostener estos ritmos de crecimiento parece una misión imposible para un gobierno que demuestra contundentemente una verdadera incompetencia económica no sólo por no incrementar el tamaño de nuestras riquezas sino por destruirlas aceleradamente.
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