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“Existen muchos mitos alrededor de la acuarela, tanto respecto a su origen como a su técnica. Estos errores y equivocaciones son los que me han llevado a ocuparme de ella con el espíritu de esclarecer y sobre todo abordar el estudio de una modalidad pictórica que es a mi parecer el nexo, en un momento de la historia del arte, entre la cultura oriental y la occidental. Podemos entender mucho del pensamiento oriental y las bases mismas de todo arte a través de una técnica que ha fascinado a artistas de todas las épocas y expresado los más sutiles sentimientos, que por su fugacidad se escapan a veces de facturas que por las condiciones de su aplicación son más lentas y laboriosas.
El nombre de “acuarela” deriva de su vehículo básico: el agua, utilizada para mezclar, diluir y aglutinar los pigmentos. Estos corren fluyendo a través del soporte sobre el cual son aplicados (generalmente, papel) y se depositan sobre el mismo. Esencialmente los colores que se usan tienen la especial cualidad de la transparencia, cualidad que caracteriza a esta bella técnica y va a condicionar mucho de su forma expresiva.
El mayor o menor grado de transparencia u opacidad de los colores dependerá de la forma y cantidad con que se aplique el agua, su elemento básico. Existe en relación con esto un hecho muy importante: las luces más altas se consiguen dejando sin tocar las zonas de luz, es decir, logrando espacios reservados donde el agua coloreada no toque el papel. O sea, donde deba ir una zona de claridad, como pudieran ser nubes blancas en un cielo azul, se dejará intocada dicha zona o sólo se cubrirá de agua pura. Esto nos conduce a pensar y concebir las cosas en términos muy distintos a otras técnicas de pintura en las cuales se utilizan colores cubrientes, se “llenan” todos los espacios con pigmento y en primera o última instancia las luces se pintan con blanco o pigmento aclarado.
En el caso de la acuarela esto es muy distinto, pues se debe pensar en términos de espacios reservados, los cuales son en cierta manera tanto o más importantes que los cubiertos de pigmento. Para ser más exactos, “lo no pintado es a veces más importante que lo pintado”. Esto conceptualmente nos acerca a una forma muy interesante de apreciar el mundo y las cosas y que el acuarelista comprende inmediatamente desde el primer momento en que comienza a pensar en términos de los claros reservados.
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