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quien fuera su maestro en la Academia. Para intentar solventar las diferencias entre Heráclito y Parménides, Platón había propuesto la existencia de dos dimensiones en la realidad: el Mundo sensible y el Mundo inteligible. Para Aristóteles, el mundo no tiene compartimentos. El mundo sensible es aquel que nosotros podemos percibir a través de nuestros sentidos y en el hay dos tipos de entidades; la sombra y las imágenes de las cosas, y los objetos físicos. En el mundo inteligible no se puede acceder con el uso de los sentidos sino que se llega a él gracias al uso de la parte más excelente del alma, que para Platón es la razón.
Aristóteles rechazó fuertemente la teoría de Platón, según la cual las ideas eran la auténtica realidad (por ser subsistentes y auto fundadas) y que el mundo sensible, captado por nuestros sentidos, no era más que una copia de aquellas. Aristóteles, al contrario de Platón -que concebía la “existencia” de dos mundos posibles o reales (algunos eruditos creen que la teoría platónica es en realidad un realismo de las Ideas), poseía una teoría que discurría entre el mundo de las nociones y el mundo sensible, si bien estaba abierto a admitir la existencia de sustancias separadas e inmóviles (como se muestra en la Física y en la Metafísica).
La metafísica pregunta por los fundamentos últimos del mundo y de todo lo existente. Su objetivo es lograr una comprensión teórica del mundo y de los principios últimos generales más elementales de lo que hay, porque tiene como fin conocer la verdad más profunda de las cosas, por qué son lo que son; y, aún más, por qué son.
Tres de las preguntas fundamentales de la metafísica son:
¿Qué es ser?, ¿Qué es lo que hay?, ¿Por qué hay algo, y no más bien nada?
Aristóteles hace cuatro críticas fundamentales a la teoría de las ideas de Platón:
Critica a los dos mundos ( el sensible y el inteligible): para Aristóteles es uno solo; admitir dos mundos complica la explicación innecesariamente, reduplicando las realidades.
Platón no ofrece una explicación racional al hablar de los dos mundos. Se limita a utilizar mitos y metáforas, en vez de aclarar conceptualmente sus propuestas.
Aristóteles está de acuerdo con Platón en que hay un elemento en común entre todos los objetos, el universal, la idea, es la causa de que apliquemos la misma denominación a todos los objetos del mismo género; un ejemplo cotidiano de esto es una mesa, el objeto real, palpable, algo que si existe y que somos capaces de reconocer aunque esta tenga distinta forma o material en comparación con otra. Aristóteles admitirá, por lo tanto, que ese universal es real, pero no que tenga existencia independiente de las cosas, es decir, que sea subsistente. Al dotar de realidad subsistente al universal, a la Idea, la teoría de las ideas duplica sin motivo el mundo de las cosas visibles, estableciendo un mundo paralelo que necesitara a su vez de explicación.
No hay una relación clara de causalidad del mundo ideal (para entender esto se debe tener en cuenta que causalidad parte del hecho de que todo suceso se origina por una causa, origen o principio) respecto del mundo sensible. No explica cómo las ideas son causa de las cosas sensibles y mutables. No infiere que de una idea se derive un objeto.
Ya Platón había criticado dicha teoría en Parmenides; Aristóteles insiste en sus carencias con el argumento de “tercer hombre”: según Platón, la semejanza entre dos cosas se explica porque ambas participan de la misma idea. Según Aristóteles, se precisa un tercero para explicar la semejanza entre dos cosas, y un cuarto para explicar las tres, y así sucesivamente. Es una regresión al infinito, por lo tanto no se explica nada. Tal argumento ya había sido recogido por el mismo Platón en el diálogo titulado Parménides.
Explicación: