¿Qué diferencia encuentras que hay entre los peregrinos de la Edad Media, y las
personas que hacen el camino de Santiago en la actualidad?
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En el siglo X comienzan a llegar peregrinos europeos, como Bretenaldo, en 930, un franco que decidió asentarse como vecino de la primitiva Compostela. Dos años más tarde, hacia 932, peregrinó el rey Ramiro II. No obstante, el peregrino más célebre del siglo X fue el obispo Gotescalco de Le Puy, quien viajó a Compostela en compañía de otros clérigos y de un grupo de fieles de Aquitania a finales de 950.
La época de oro de las peregrinaciones se sitúa en estos siglos: Francia, Italia, centro y este de Europa, Inglaterra, Alemania, incluso Islandia. Y, por supuesto, toda la Hispania. Llegaban a pie, a caballo, en barco… y eran asistidos principalmente por una red de hospitales fundados por reyes, nobles y burgueses de las ciudades, sobre todo en los barrios de francos, y por los monjes de Cluny, que recibían a los peregrinos en sus monasterios.
La historia también nos habla de la peregrinación a la tumba del apóstol, en 1214, de san Francisco de Asís, hecho que inaugura uno de los capítulos más fértiles del Camino de Santiago: la renovación de la espiritualidad occidental a través de la labor educativa, evangelizadora y fraternal de los franciscanos. En Santiago fundan el primer convento de la Orden.
La mayoría de las instituciones hospitalarias para peregrinos y pobres se crearon a través de las donaciones aportadas por comunidades religiosas, sedes episcopales, familias nobles, altos clérigos y, sobre todo, por los reyes. Los monarcas fundaron gran cantidad de hospitales en el Camino de peregrinación, manifestando la voluntad de la Corona de ejercer la virtud cristiana de la caridad y de servir a Dios y a Santiago como santo patrono del reino. En los pequeños hospitales medievales era costumbre ofrecer salas con doce camas, o seis lechos dobles, en recuerdo de los doce apóstoles de Jesús.
El encuentro con lo maravilloso seduce tanto a los más humildes como a los caballeros. El rey Alfonso XI de Castilla (1325-1350) es armado caballero en Compostela; doña Isabel de Aragón (ca. 1270-1336), viuda del rey don Dinís de Portugal, peregrina en 1325, donando su corona, entre otras posesiones y riquezas personales; a inicios de 1343 llega a Compostela santa Brígida de Suecia (1303-1373), que peregrina en compañía de su marido, Ulf Gudmarsson, y de otras personas; en la catedral sufrió una visión mística, algo habitual en su vida.
Durante el último tercio del siglo XIV la Galicia costera potenciará con la Europa atlántica una dinámica comercial de resultados fecundos. La situación de crisis padecida en Francia, Flandes, Inglaterra y otros países impulsa en Galicia un comercio internacional ligado a la peregrinación por vía marítima, que tendrá en A Coruña, puerto de peregrinos, su máximo lugar de referencia.
En mayo de 1589, ante el temor de un ataque a Compostela por parte de los ingleses de Francis Drake, cuyos barcos atacaban A Coruña, el arzobispo Juan de Sanclemente ordenó la ocultación del cuerpo del apóstol dentro del recinto del presbiterio de la catedral. Su exacto paradero sería desconocido durante varios siglos, hasta 1879, año del Segundo Descubrimiento de los restos apostólicos.
La religiosidad barroca, empapada de este espíritu contrarreformista, favorecerá la reactivación del Camino de Santiago en el siglo XVII, en especial durante los años santos; aunque en la ruta tendrán que convivir los jacobitas con falsos peregrinos, interesados en vivir de la caridad y las limosnas en villas y ciudades. La Revolución Francesa de 1789 y la guerra de varias potencias europeas contra Francia motivarán un nuevo descenso en el número de peregrinos a final del siglo XVIII.
El Camino de Santiago tendrá un nuevo repunte en las décadas finales de la centuria y a comienzos del siglo XX, sobre todo gracias a la acción pastoral de los arzobispos Payá y Martín de Herrera. La quiebra de la Guerra Civil Española (1936-1939) partió en dos una sociedad que tardaría en recuperar el ímpetu de las peregrinaciones, en una Europa sumida en dos guerras mundiales y la tensión de la posterior “guerra fría”.
El peregrino se encuentra hoy con un espacio considerado sagrado durante siglos: el propio Camino de Santiago; una geografía sacralizada que es también itinerario histórico y cultural. Es, en definitiva, una forma distinta de peregrinación, que no niega la tradicional sino que a ella ha sumado los anhelos y las motivaciones de las sociedades contemporáneas.
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