Respuestas
Respuesta:
Mujeres y hombres moldean su comportamiento y convivencia
social a partir de una serie de factores culturales impuestos
y, con base en sus experiencias personales, adoptan un género, es
decir, una identidad masculina o femenina. El concepto de sexo
se refiere a las diferencias y características biológicas, anatómicas,
fisiológicas, hormonales y en sentido estricto no cambia; si bien
deben de reconocerse la totalidad de los derechos y las diferentes identidades sexuales de todas las personas sin excepción. Por su
parte, el concepto de género se refiere a los valores, atributos, roles
y representaciones que la sociedad asigna a hombres y mujeres; se
trata de la construcción social y simbólica sobre la base de la diferencia sexual. Al ser construido, el género es cambiante, dinámico
y modificable.
En la mayoría de las culturas la idea de lo masculino emerge de forma central, producto del androcentrismo, mientras que lo femenino
aparece como marginal.
Explicación:
El efecto más nocivo de esto es el sexismo,
es decir, la discriminación de un sexo por considerarlo inferior al
otro, en este caso las mujeres. Consecuencia de ello, estas han sido
históricamente discriminadas y neutralizadas en todos los factores
de la vida cotidiana, entre ellos, por supuesto, la vida política; más
tarde, incluidas con grandes restricciones y límites en cuanto al
ejercicio pleno de sus derechos políticos; y en la actualidad, fruto
de algunas medidas especiales de acción temporal como las cuotas de
género o la paridad, tal y como ha sucedido en algunos países. En
este sentido, se ha realizado un proceso de transformación dirigida
a la inclusión activa de las mujeres en las esferas políticas que contempla la participación equitativa de ambos géneros, aunque aún
existen lagunas que impiden lograr la igualdad sustantiva.
Las construcciones de género varían de acuerdo al contexto
y a otros factores como etnia, edad, clase social, orientación e identidad sexual, etcétera; lo que nos lleva a considerar que no todas las
mujeres ni todos los hombres son iguales entre sí, ni en todas las épocas y lugares. Estas disposiciones han sido estructuradas sobre la
división sexual del trabajo que ha asignado históricamente papeles
diferenciados a mujeres y hombres en relación con la vida pública y la
vida privada. Esta división reorganizó la vida entre el lugar del trabajo
productivo y asalariado, destinado a los hombres, y el doméstico y familiar destinado a las mujeres.
No obstante estas diferencias, los modelos de feminidad y de
masculinidad comparten mandatos sociales, si bien esta diferenciación no es tan rígida en la actualidad.