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Respuesta:La muerte de Fernando el Católico dejó a la Monarquía Hispánica en una complicada situación, amenazadas sus fronteras por franceses y musulmanes, al tiempo que su integridad peligraba por las ansias de riqueza y poder de las grandes familias nobiliarias. Cisneros fue capaz de conjurar estos peligros durante el año largo que duró su regencia. No obstante, cuando Carlos de Gante se dispuso a hacerse cargo de sus territorios surgió otro problema de gran transcendencia. La reina legítima, pese a su incapacidad, seguía siendo Juana I de Castilla, hasta el punto de que Fernando el Católico, desde la muerte de Isabel, sólo tuvo en Castilla el título de Gobernador. Carlos deseaba ser coronado rey, probablemente a instancia de Chièvres, por lo que tuvo que idearse una fórmula legal que no violentara las tradiciones y la justicia castellana. De este modo, se planteó la fórmula: Doña Juana e don Carlos, su hijo, por la gracia de Dios reyes de Castilla, de León, de Aragón... Cisneros tuvo que amenazar a los nobles, incluso con las armas, para que aceptaran esta fórmula. Muchos historiadores han considerado este acto como un auténtico golpe de Estado, pero es indiscutible que Carlos I siempre encabezó los documentos regios primero con el nombre y título de su madre y después con los suyos.
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