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Respuesta:
La imagen que ha representado la mexicanidad más frecuentemente es la figura del
charro, ese varón que usa un traje propio para montar a caballo, un sombrero de ala
ancha y que lleva una soga, además de una pistola. Esta imagen ha dado la vuelta
al mundo y es reconocida en todas partes como propia de México, a pesar de la
pluralidad cultural y étnica que contiene la nación.2
La creación de estereotipos
nacionalistas ligados a figuras masculinas es propia de la era moderna en la que las
necesidades de definición del individuo se vinculan, por una parte, con los procesos del nacionalismo y de la búsqueda de identidades apropiadas, y por otra, con la
relevancia que adquiere en la modernidad la dimensión visual que otorga al cuerpo
humano un significado simbólico (Mosse 1996). La imagen del charro adquirió
estatuto de estereotipo nacionalista en México en la segunda y tercera década del
siglo XX, cuando el Estado posrevolucionario desplegaba todas las estrategias posibles para consolidarse y legitimarse, para unificar la nación y lograr la paz social,
y para convertirse en un estado moderno.
La representación del charro condensa diversos elementos. Por una parte, representa un discurso nacionalista y de la modernidad; por otra parte, construye una
identidad afincada en un pasado mítico que se proyecta al futuro sobre la necesidad
de producir una identidad social, cultural y política nueva y acorde con el nuevo
contexto. Finalmente, se trata de la condensación de una serie de atributos morales
y de conducta concretizados en un tipo de cuerpo que simboliza ideales específicos
traducidos en una dimensión visual que, al mismo tiempo que le da sustancia a
todos los elementos, se constituye en la prueba viviente de su vigencia como símbolo.
El charro ha sido útil para el proceso de producción de la imagen del estado
nacional mexicano, tanto para el consumo internacional como para consumo interno, creando una representación para el turismo, para los eventos internacionales de
todo tipo (hay futbolistas con sombrero charro, un charro que florea la reata en las
ferias europeas, un charro en las comitivas olímpicas, unos charros en la recepción
de los Reyes de España o del Sha de Irán), y para consumo interno en las ‘fiestas
nacionales’ y cualquier otro momento social o cultural en el que se trate de mostrar, de un solo golpe, la imagen de ‘lo mexicano’. Además, la fiesta charra o charreada, es actualmente el escaparate público en el que se pone en escena todo un
discurso conformado por signos visuales (los trajes, las habilidades deportivas, la
competencia, las artesanías, la pintura, etc.), auditivos (la música, el argot charro,
los dichos y refranes) y lingüísticos (los relatos escritos y orales, la historia charra,
los discursos, etc.) sobre la mexicanidad, que tiene un potencial enorme como zona
de contacto (Lomnitz 2001) en la cual están presentes la lógica del desarrollo
Explicación: